Las risas que unen



Había una vez un niño llamado Tomás, quien siempre se sentía solo en el colegio. A pesar de su sonrisa y su alegría, no tenía amigos con quienes jugar o compartir sus momentos especiales.

No entendía por qué los demás niños parecían tener tantos compañeros mientras él estaba siempre solo. Un día, cuando llegó a la escuela, algo maravilloso sucedió. En el salón de clases había una nueva estudiante llamada Estrella.

Era una niña muy especial, con ojos brillantes como luceros y una risa contagiosa que iluminaba todo a su alrededor. Desde el momento en que Tomás la vio, sintió algo diferente en su corazón.

El maestro presentó a Estrella a toda la clase y le pidió a alguien que fuera amable y la acompañara durante el recreo para mostrarle el patio y ayudarla a hacer nuevos amigos.

Todos los niños levantaron la mano emocionados para ser elegidos, pero Tomás fue seleccionado por el maestro. Tomás se acercó tímidamente a Estrella y dijo: "¡Hola! Soy Tomás". Estrella respondió con una sonrisa radiante: "¡Mucho gusto, Tomás! ¿Me enseñas dónde podemos jugar?".

Durante ese primer recreo juntos, Tomás mostró a Estrella todos los rincones del patio escolar: las canchas deportivas donde jugaban al fútbol y al baloncesto; los columpios altos donde podían volar hasta tocar las nubes; e incluso les enseñó algunos juegos tradicionales argentinos como la rayuela y la soga.

A medida que pasaban los días, Tomás descubrió que Estrella era más que una simple compañera de juegos. Ella escuchaba atentamente sus historias, le brindaba su hombro cuando se sentía triste y lo animaba en cada momento difícil.

Un día, mientras estaban jugando en el parque después del colegio, Tomás dijo: "Estrella, eres mi mejor amiga. Nunca antes había conocido a alguien tan especial como tú". Estrella respondió emocionada: "¡Tú también eres mi mejor amigo, Tomás! Juntos somos imparables".

A partir de ese día, Tomás y Estrella se convirtieron en inseparables. No solo compartían risas y diversión, sino que también se apoyaban mutuamente en momentos difíciles.

Descubrieron juntos el verdadero significado de la amistad: estar ahí para el otro sin importar qué. Con el tiempo, otros niños comenzaron a ver la increíble amistad entre Tomás y Estrella y quisieron unirse a ellos.

Pronto se formó un grupo de amigos donde todos se cuidaban y disfrutaban juntos cada día en la escuela. Tomás aprendió que no siempre es fácil hacer amigos, pero si te abres a nuevas experiencias y personas, puedes encontrar verdaderos tesoros en lugares inesperados.

Gracias a su valentía para acercarse a Estrella aquel primer día, ambos descubrieron una amistad eterna llena de alegría y amor.

Y así fue como Tomás encontró no solo una mejor amiga en Estrella sino también un montón de amigos maravillosos con quienes compartir aventuras diarias llenas de risas y diversión.

FIN.

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