Las Seis Cabezas de cariño
Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de verdes cerros, un perro muy especial llamado Copito. Copito no era un perro cualquiera; tenía seis cabezas, cada una de las cuales expresaba una emoción diferente. La cabeza de la izquierda siempre sonreía alegremente y mostraba amor, la siguiente era más seria y reflexiva, la del centro pensativa y curiosa, la cuarta mostraba miedo, la quinta un poco de tristeza, y la última, una cabeza traviesa que siempre se reía.
Copito vivía con su abuelita Clara, una ancianita dulce que siempre le daba muchos mimos. Cada día, Clara se sentaba en su mecedora en el patio, mientras Copito jugaba a su alrededor. Un día, Clara empezó a sentirse cansada y decidió descansar un poco más. Copito, al ver que su abuelita no se movía, se sintió preocupado.
"¿Qué te pasa, abuelita?" - preguntó la cabeza amorosa de Copito con preocupación.
"Solo necesito un poco de descanso, mi querido Copito. Estoy bien."
Pero en ese mismo pueblo, había un humano malvado llamado Don Maligno. Él había escuchado rumores sobre el extraordinario perro de seis cabezas y estaba decidido a atraparlo para hacer experimentos. Un plano siniestro se formó en su mente.
Esa noche, mientras Copito aún jugaba, Don Maligno se acercó al hogar de Clara y lanzó una trampa cerca de donde el perro solía correr. Al día siguiente, Copito vio el brillo de la trampa y sintió un escalofrío.
"¿Qué es eso?" - dijo la cabeza curiosa, tratando de acercarse a investigar.
De repente, se escuchó un sonido aterrador. Don Maligno salió de las sombras con una red, listo para atrapar a Copito.
"¡Te atraparé de una vez por todas, perro raro!" - gritó.
Las cabezas del perro comenzaron a inquietarse.
"¡Cuidado, Copito!" - dijo la cabeza temerosa.
"¡No podemos dejar que nos atrape!" - exclamó la cabeza seria, mientras que la traviesa se reía en un intento de calmar el miedo.
Don Maligno corrió hacia Copito, que rápidamente esquivó la trampa y comenzó a ladrar desesperadamente.
"¡No te atrevas a tocar a mi abuelita!" - ladró la cabeza valiente.
Copito puso en marcha su plan. Decidió dirigir a Don Maligno hacia el bosque cercano, donde podría enredarse entre los árboles y las plantas. Al llegar al bosque, el malvado tropezó con una raíz y cayó al suelo. Mientras tanto, Copito se las ingenió para llamar la atención de su abuela.
"¡Abuelita, ven aquí!" - ladró la cabeza traviesa, pidiendo ayuda.
"¿Qué ocurre, mi querido Copito?" - dijo Clara, saliendo de la casa al oír el alboroto.
Cuando Clara vio a Don Maligno atrapado entre las ramas, se acercó valientemente.
"No tienes por qué temer, querido, ya estoy aquí contigo" - tranquilizó a Copito al ver la situación.
"¡Deberías irte de aquí, malvado!" - dijo Clara con determinación.
Don Maligno, atrapado y sin alternativas, decidió retirarse, gritando:
"¡No he terminado contigo, perro!" - se despidió mientras corría.
Copito y Clara celebraron su victoria. Copito, sintiendo la alegría, se acercó a su abuela y la abrazó con sus cabezas.
"¡Eres el mejor perro del mundo, mi fiel Copito!" - exclamó Clara, emocionada.
Desde ese día, el perro de seis cabezas se volvió el protector de la abuelita Clara, demostrando que con amor, valentía y un poco de astucia se pueden enfrentar a los retos más difíciles. La felicidad reinó en su hogar, y nunca más, Don Maligno osó acercarse.
Y así, Copito aprendió que su amor por su abuela era su mejor arma contra cualquier adversidad. Todos en el pueblo conocían la historia de Copito, el perro de seis cabezas que siempre defendía el amor.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.