Las Sembrinas de Nahomi



Era una mañana fresca de diciembre y la casa de Nahomi estaba llena de risas y alegría. Hoy era un gran día para ella, porque junto a su hermano Josué, sus papás y su querida perrita Galleta, armarían el árbol de Navidad.

"¿Ya podemos empezar, mamá?" - preguntó Nahomi con ojos brillantes.

"¡Claro que sí!" - respondió su mamá, sonriendo mientras sacaba las cajas decorativas del armario.

Nahomi saltó de felicidad y Galleta ladró emocionada, como si supiera que era una celebración especial. El árbol se irguió en la sala, listo para recibir las coloridas luces y adornos.

Mientras empezaban a colocar las luces, Josué comentó,

"Este año deberíamos hacerlo aún más colorido. ¡Quiero que brille como las estrellas!"

"Sí, me gusta esa idea!" - exclamó Nahomi, mientras conectaba las luces y su rostro se iluminaba con su brillo.

Los papás de Nahomi también estaban emocionados. Su papá comenzó a cantar villancicos mientras colocaban los adornos.

"¡A cantar juntos, chicos!" - animó su papá. "La Navidad es un tiempo para compartir, reír y estar juntos."

Juntos, adornaron el árbol con bolas de colores, guirnaldas brillantes y la estrella dorada que siempre habían colocado en la cima, un símbolo de sus sueños y aspiraciones familiares.

Al terminar, Nahomi miró el árbol con asombro y gritó,

"¡Es el árbol más hermoso del mundo!"

"Y todo gracias a nosotros" - afirmó Josué, sonriendo.

Con el árbol decorado, la familia se preparó para su tradición culinaria: hacer hallacas y pan de jamón. Echaron a andar en la cocina, con ingredientes frescos por todos lados.

"¿Qué es lo primero que hacemos, mamá?" - preguntó Nahomi.

"Hoy haremos cada cosa, desde cero, como siempre lo hacemos. Esto nos une más como familia" - explicó su mamá.

Mientras trabajaban, Nahomi y Josué pasaban ingredientes de un lado a otro y ayudaban a mezclar.

"¡Mirá esta masa!" - dijo Josué "Vamos a hacer las hallacas más ricas."

"Sí, y yo quiero ver cómo envuelven las hallacas antes de cocinarlas" - añadió Nahomi, mientras disfrutaba del aroma de la comida.

Mientras cocinaban, Galleta se paseaba por la cocina, esperando caerle algún pedazo de masa. De repente, Nahomi se dio cuenta de que su hermanito estaba un poco callado.

"¿Qué pasa, Josué?" - le preguntó preocupada.

"Es solo que... a veces siento que no puedo ayudar tanto como quisiera."

"Pero eres el mejor en hacer las bolitas para las hallacas, eso es muy importante!" - le respondió Nahomi con ternura.

"¿De verdad?" - preguntó Josué, con una sonrisa que iluminó su rostro.

"¡Claro que sí! Todos tenemos algo especial que aportar, incluso Galleta, que nos hace reír y nos cuida.”

"¡Entonces hagamos mi trabajo con aún más alegría!" - afirmó Josué con energía.

Durante la tarde, mientras las hallacas cocinaban, decidieron hacer un pequeño concurso de quien podía contar el cuento más divertido. Nahomi, con su imaginación, empezó:

"Érase una vez un árbol muy curioso que quería viajar por todo el mundo..."

"¿Por qué quería ir a esas aventuras?" - interrumpió Josué entusiasmado.

"Porque quería ver cómo celebraban la Navidad otros animales y contar historias a todos sus amigos" - continuó Nahomi.

"¡Yo tengo una idea! Y si el árbol se transformara en un avión!" - agregó Josué, rápidamente.

"¡Sí! Y cada vez que contara un cuento, podía llevar a alguien a volar a un nuevo lugar!" - dijo Nahomi, riendo.

Los dos rieron y crearon historias y personajes, estimulando su creatividad mientras sus padres escuchaban con cariño.

Cuando la cena estuvo lista, la familia se sentó alrededor de la mesa y disfrutaron de las hallacas y el pan de jamón.

"¡Esta cena es la mejor de todas!" - exclamó Nahomi - “Todo elaborado con amor.”

Después de la cena, se reunieron junto al árbol, rodeados de risas y sonrisas. Su papá habló:

"Estos momentos juntos son los que realmente importan. La Navidad no se trata solo de regalos, sino del amor que compartimos y las tradiciones que mantenemos."

"¡Sí! Y les prometo que un día, contaremos esta misma historia a nuestros hijos!" - agregó Nahomi emocionada.

Esa noche, mientras todos se preparaban para dormir, Nahomi no podía contener su alegría.

"No puedo esperar hasta el año que viene, mamá. ¡Esto es tan divertido!" - dijo mientras acariciaba a Galleta en la cama.

"Así es, pequeña, cada navidad es única. Pero siempre se comparten momentos que se quedan en el corazón."

Y así, con un árbol espléndido, tradiciones que se conservaban con amor, y el brillo de una noche de sembrinas, Nahomi se quedó dormida con un corazón lleno de esperanza, lista para nuevas aventuras y recuerdos por crear.

FIN.

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