Las Serpientes y el Mago del Bosque Encantado
En un bosque encantado, lleno de árboles altos y flores de colores brillantes, vivían dos serpientes llamadas Susi y Tobi. Eran muy amigas y pasaban los días explorando cada rincón del bosque. Un día, mientras jugaban cerca de un viejo roble, se encontraron con un simpático mago llamado Elvio, quien estaba buscando algo en su mochila mágica.
"¡Hola, señor mago! ¿Qué busca?" - preguntó Susi, curioseando.
"¡Hola, pequeñas! Estoy buscando unos ingredientes para una poción que hará sonreír a todos los animales del bosque," - respondió Elvio, con una sonrisa.
Tobi, emocionado, dijo:
"¿Puedo ayudarte?"
El mago asintió con la cabeza y las serpientes se pusieron a buscar los ingredientes. Después de un rato, encontraron flores de mil colores, rocío de la mañana y hojas doradas. Pero, de repente, se apareció la bruja Lila, conocida por ser un poco traviesa.
"¿Qué hacen ustedes aquí, mezclando ingredientes en mi bosque?" - preguntó Lila, con una mirada que asustó un poco a Susi y Tobi.
"Estamos ayudando a Elvio a hacer una poción para alegrar a los animales del bosque," - explicó Tobi, siempre valiente.
"¿Una poción? ¡Eso suena divertido!" - dijo Lila, sonriendo. "Pero, ¿por qué no haces algo realmente espectacular? ¿Por qué no convierten a todos los animales en seres humanos por un día?"
El mago, pensativo, respondió:
"Sería un gran experimento, pero no sé si eso haría felices a los animales. Cada uno tiene su lugar en el bosque."
Susi, que siempre había querido entender mejor a sus amigos animales, se le ocurrió una idea:
"Podríamos preguntarles a ellos qué les gustaría ser por un día, así podríamos ayudar a Elvio."
Convencidos, se acercaron al claro del bosque donde jugaban todos los animales. Al llegar, todos se quedaron mirando con curiosidad.
"Queremos saber qué les gustaría experimentar hoy. El mago Elvio quiere hacer una poción para todos ustedes," - anunció Tobi.
Los animales, emocionados, empezaron a hablar al mismo tiempo:
"¡Yo quiero ser un pájaro!" - dijo el pato.
"¡Yo quiero ser un gato!" - dijo el conejo.
"¡Yo! ¡Yo quiero ser el mago!" - gritó un ardillita.
Elvio los miró con una amplia sonrisa:
"Entiendo que todos quieran ser algo diferente, pero debemos encontrar un equilibrio. ¿Y si, en lugar de convertirlos, los hacemos felices con pequeñas sorpresas? ”
Lila, sintiéndose inspirada, exclamó:
"¡Eso sería maravilloso! Haremos un día especial en el bosque, lleno de juegos y aventuras!"
Las serpientes, junto con el mago y la bruja, comenzaron a organizar diferentes actividades. Jugaron a las escondidas entre los árboles, bailaron bajo la luna y compartieron historias alrededor de una fogata.
Al final del día, todos los animales estaban cansados pero felices. Susi, con una sonrisa en su rostro, le dijo a Elvio:
"Mira cuánto se ríen, no necesitamos pociones, solo un poco de cariño y diversión."
El mago asintió, contento con lo que habían conseguido:
"Sí, a veces lo simple es lo más grande."
Lila finalizó:
"Vamos a hacer esto un evento semanal. Cada uno puede traer algo diferente para compartir. Así aprenderemos unos de otros."
Y así, el bosque se llenó de risas cada semana, donde las serpientes, el mago y la bruja se aseguraron de que todos los animales, sin importar lo que fueran, tuvieran su día especial.
Desde ese momento, Susi y Tobi se convirtieron en los mejores embajadores del amor y la amistad en el bosque, demostrando que la verdadera magia no está en los hechizos, sino en los momentos compartidos.
FIN.