Las Siete Estrellas
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivían siete amigas inseparables: Luna, Sol, Estrella, Mar, Tierra, Aire y Fuego. Cada una de ellas era especial a su manera, pero en el fondo sentían que había algo más que necesitaban descubrir sobre sí mismas.
Una tarde, mientras jugaban en el parque, Luna tuvo una idea brillante. "¿Y si hacemos un club para explorar quiénes somos realmente?"-
Las demás la miraron emocionadas.
"¡Sí! ¡Eso suena genial!"- dijo Sol.
"Podemos reunirnos todos los sábados y compartir lo que descubrimos de nosotras mismas!"- agregó Estrella.
Así nació el Club de las Siete Estrellas. En reuniones llenas de risas, compartían historias sobre sus gustos, sueños y miedos. Pero un día, decidieron realizar una actividad especial: hacer un mural que representara quiénes eran.
Cada una eligió su color favorito y comenzó a pintar. Tierra eligió el color verde para representar su amor por la naturaleza. "Yo soy como un árbol, siempre creciendo y dándole vida a todo a mi alrededor"- explicó. Mar eligió el azul, pues sentía que el agua la conectaba con su esencia. "Soy fluida y adaptable como el río, y disfruto de cada momento"- comentó.
Mientras pintaban, se dieron cuenta de que cada una había elegido un elemento: Luna, con un plateado que representaba la calma y la intuición; Aire, con un color celeste que simbolizaba su deseo de libertad; y Fuego, con un vibrante rojo que reflejaba su pasión y energía.
Pero, cuando llegó el turno de Sol, se sintió un poco insegura. "No sé qué color elegir… siento que no tengo un color que me defina"- dijo. Las otras se miraron preocupadas, pues todas sabían lo especial que era Sol.
"¡Ya sé!"- exclamó Fuego. "Podés usar un arcoíris. ¡Así representás la luz que das a todas nosotras!"- Sol sonrió al escuchar eso y empezó a mezclar colores.
Con cada pincelada, Sol comenzó a descubrir que su luz era una combinación de todas las experiencias, los momentos y las emociones que había vivido. "No tengo que ser solo una cosa. Soy muchas cosas al mismo tiempo"- reflexionó en voz alta.
Pero el gran giro de la historia llegó cuando, al día siguiente, se encontraron con un grupo de chicos de la escuela que se burlaban de su mural y de su club. "¿Un club de chicas? ¡Qué aburrido!"- gritó uno de ellos.
Eso hizo que las niñas se sintieran tristes y dudaran de sí mismas. Sin embargo, Luna fue la primera en levantarse. "Nos importa más lo que sentimos nosotras que lo que piensan ustedes. Este mural es una expresión de quiénes somos, y ¡eso es increíble!"- dijo con determinación.
Las siete decidieron que no dejarían que las palabras de los demás las desanimaran. En lugar de eso, se unieron más. "¡Vamos a hacer una presentación!"- propuso Estrella. "Invitemos a todos a que vengan a ver nuestro mural y hablemos sobre el significado de cada color."-
MSu entusiasmo contagió a sus compañeros de clase. Prepararon una pequeña exhibición en el parque, donde explicaron a los chicos y chicas lo que habían aprendido sobre la identidad y la aceptación. "Cada uno de nosotros es diferente, y eso es lo que hace que el mundo sea hermoso"- resumió Mar.
A medida que hablaban, los chicos comenzaron a entender la importancia de conocerse y aceptarse. "¡Nunca pensé que un club de chicas podía ser tan interesante!"- dijo uno de ellos, admirando el mural.
A partir de ese día, los siete se unieron en una aventura de autodescubrimiento y aceptación. Las Siete Estrellas aprendieron que, aunque eran diferentes, juntas brillaban aún más. Y así, se convirtieron en un símbolo de amistad y empoderamiento en Arcoíris.
Con el tiempo, el Club de las Siete Estrellas no solo se volvió popular, sino que inspiró a otros niños y niñas a buscar su propia identidad y a unirse en la celebración de sus diferencias.
Y así, Luna, Sol, Estrella, Mar, Tierra, Aire y Fuego continuaron sus aventuras, y cada sábado se llenaban de colores, risas y amistad, sabiendo que el verdadero poder reside en ser uno mismo.
"¡Viva el Club de las Siete Estrellas!"- gritaron al unísono, mientras miraban su magnífico mural.
FIN.