Las Siete Maravillas de la Escuela



En un pequeño pueblo, había una escuela donde los días parecían eternos y los profesores hablaban sin parar. Pero un grupo de siete amigas, conocidas como "Las Siete Maravillas", siempre encontraba la forma de hacer que todo fuera divertido. Cada una tenía una personalidad única: Sofía era la soñadora, Valentina la ruidosa, Luna la artista, Martina la científica, Sol la aventurera, Mirta la cuentista y Belén la lista.

Un día, mientras estaban en su recreo, Sofía sugirió: "¿Y si hacemos un club de exploradoras de la escuela?"

Las demás se miraron emocionadas y rápidamente comenzaron a planear su primera aventura.

"Podemos explorar la biblioteca, el patio y la sala de arte," dijo Valentina entusiasmada.

"¡Y también la sala de música!" agregó Luna mientras imaginaba pintar un mural allí.

"Sí, pero tenemos que hacerlo en secreto," dijo Martina con un guiño.

Las siete amigas se pusieron en marcha. Su primera parada fue la biblioteca. En ese lugar, entre libros polvorientos, encontraron un viejo mapa de la escuela.

"¿Qué les parece si seguimos este mapa y descubrimos todos los rincones ocultos?" preguntó Sol.

"¡Sí! Vamos!" gritó Mirta, emocionada por contar la historia de sus descubrimientos más adelante.

El mapa los llevó a la sala de música, donde encontraron instrumentos que nadie usaba.

"Creo que debemos formar una banda," propuso Luna.

Juntas, comenzaron a tocar una melodía divertida, haciendo reír a todos los que pasaban. En medio de su música, la directora, la señora Pérez, apareció de repente.

"¿Qué está pasando aquí?" preguntó con una mezcla de sorpresa y alegría.

"Solo estábamos experimentando con la música," dijo Belén.

"¿Pueden mostrárselo a toda la clase? Sería una gran presentación para el Día de la Cultura," dijo la señora Pérez después de escuchar lo bien que sonaban.

Las Siete Maravillas se miraron incrédulas.

"¡Eso es una gran idea!" exclamó Sofía.

Y así, comenzaron a ensayar todos los días. Prepararon una coreografía, decidieron los instrumentos, y cada una eligió un papel especial. Martina sería la directora musical, Valentina la cantante principal, Luna se encargaría de la decoración, y así sucesivamente, cada amiga encontró su lugar.

El gran día llegó. Las amigas estaban muy nerviosas, pero también emocionadas. Cuando subieron al escenario, el público las miró con atención.

"Vamos, chicas, ¡a brillar!" dijo Sol, sonriendo y dando un pequeño empujón a sus amigas.

Comenzaron a tocar y, poco a poco, se llenaron de confianza. La música sonó fuerte y clara, y el público comenzó a aplaudir.

"¡Son increíbles!" gritó un compañero de clase.

"¿Por qué no habían hecho esto antes?" insistió otro.

Al finalizar, el público estalló en aplausos, y la señora Pérez se acercó emocionada.

"Estoy muy orgullosa de ustedes. Esto demuestra que con un poco de creatividad y trabajo en equipo, se pueden lograr cosas maravillosas."

Desde ese día, la escuela dejó de ser un lugar aburrido para Las Siete Maravillas.

"Ahora tenemos un club de música," dijo Martina entusiasmada.

"Y también podemos seguir explorando," agregó Sofía.

Con cada nuevo descubrimiento, siempre aprendieron algo. La escuela se convirtió en un lugar lleno de risas, música y mucho compañerismo. Y lo mejor de todo, sabían que mientras estuvieran juntas, podían hacer cualquier cosa.

"¡Las llamaremos Las Siete Maravillas de la Escuela, por siempre!" gritó Valentina, mientras todas reían y compartían un abrazo.

Así, su historia se convirtió en una leyenda en la escuela, inspirando a otros grupos de amigos a encontrar formas de hacer de cada día una aventura. Y así, la escuela nunca volvió a ser aburrida para nadie más.

FIN.

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