Las Siete Vidas de Mambrú
En un pintoresco pueblito, donde el sol brilla más que en ningún otro lugar, vivía un gato llamado Mambrú. Todos los animales del barrio lo conocían porque tenía una peculiaridad: ¡decían que había vivido siete vidas!
Un día, mientras Mambrú se estiraba bajo el cálido sol, se acercó el lebrel Perdonavidas, un perro curioso con un espíritu aventurero. Él, intrigado por la fama de Mambrú, le hizo una pregunta emocionante.
"Pariente de Micifú, ¿qué secreto tienes tú para vivir siete vidas?" - inquirió el lebrel, moviendo su cola con entusiasmo.
Mambrú, levantando una ceja, le respondió con una sonrisa.
"Mi secreto es muy sencillo, pues no consiste sino en frecuentar como yo el aseo y el cepillo. La higiene es la clave, querido amigo."
Perdonavidas, que nunca había pensado en el cuidado personal, decidió que era hora de probar el consejo del sabio gato. Así que, bajo la mirada atenta de Mambrú, comenzó a lavarse y a cepillarse todos los días.
Al principio, era complicado y el lebrel se quejaba un poco, pero pronto se dio cuenta de que se sentía más ligero y más feliz. Su pelaje brillaba y la gente lo elogiaba. Sin embargo, no sólo eso; Perdonavidas también comenzó a notar una energía nueva dentro de él.
Un día, mientras jugaba en la plaza, un pequeño pajarito se quedó atrapado en un arbusto. Perdonavidas, recordando cómo las criaturas siempre agradecían a Mambrú por su bondad y su estilo de vida, no dudó en correr hacia el arbusto.
"¡Espera! No te preocupes, te ayudaré" - ladró Perdonavidas, mientras se agachaba para liberar al pajarito.
El pajarito, una vez libre, le dijo:
"¡Gracias, buen perro! ¿Cómo hiciste para ser tan valiente y ágil?"
"Es simple", respondió Perdonavidas, "deciros que decidí tomar la higiene como un estilo de vida, inspirado en mi amigo Mambrú".
El pajarito admiró la sabiduría de Mambrú y, desde aquel día, se convirtió en un defensor del cuidado personal. La historia fue creciendo y pronto todos los animales del bosque se interesaron en cuidar su higiene.
Un día, el pajarito se propuso organizar una gran fiesta con tema de limpieza, donde todos los animales debían venir impecables. "¡La fiesta de la limpieza!" - proclamó emocionado.
La noticia llegó a todos los rincones del pueblito. Todos querían impresionar, incluso los más perezosos. Perdonavidas se preparó con esmero y, por supuesto, Mambrú también estaba presente, listo para disfrutar de la celebración.
Esa noche, el evento fue un éxito. Todos se juntaron, compartieron historias y bailaron. Pero lo más gratificante fue ver cómo cada uno se dio cuenta de lo importante que era el aseo y el buen trato hacia los demás. Todos, en esencia, habían aprendido que el cuidado de uno mismo es un acto de amor propio y también de respeto hacia el resto.
Cuando la fiesta llegó a su fin, Perdonavidas miró a su alrededor y soltó una risa.
"Nunca pensé que el cuidado personal traería tanto alegría y construiría una comunidad más unida!"
Mambrú, satisfecho, sonrió con complicidad.
"Así es, amigo. Cuando uno se siente bien consigo mismo, se vuelve capaz de hacer más por los demás."
Desde aquel día, no solo Mambrú y Perdonavidas, sino todos los animales del pueblito disfrutaron de su higiene. Y así fue como ese lugar se convirtió en un lugar alegre y saludable, gracias a los secretos de un gato y la curiosidad de un lebrel aventurero.
Y así, Mambrú con su inmenso cariño y sabiduría, enseñó a todos que vivir bien es más que solo un secreto; es un modo de vida disfrutado por cada uno de nosotros, hasta el día de hoy.
FIN.