Las Sirenitas de Mallorca



En las aguas cristalinas de Mallorca, donde el sol brilla con fuerza y la brisa marina acaricia suavemente, vivían dos sirenitas llamadas Ella y Olivia. Estas sirenas eran pequeñas, con escamas que brillaban como joyas bajo el agua. Ella tenía escamas de color esmeralda, mientras que las de Olivia eran de un azul profundo. A ambas les encantaba explorar y descubrir los secretos del mar.

Un día, mientras jugaban cerca de una colorida arrecife de coral, Ella exclamó:

"¡Mirá, Olivia! ¡Ese barco de madera parece fantástico! Debemos acercarnos a ver qué hay adentro."

Olivia, siempre un poco más cautelosa, respondió:

"Pero, ¿y si los humanos nos ven? No les gusta que nos acerquemos a su mundo."

Ella, emocionada ante la aventura, insistió:

"No te preocupes, estaremos escondidas entre las olas. Además, ¡quizás haya algo mágico ahí!"

Después de un rato de discusión, Olivia decidió ceder y ambas sirenitas se deslizaron bajo el agua, acercándose al barco. Una vez que llegaron al costado, observaron cómo un grupo de niños jugaba en la cubierta. Sin embargo, comenzaron a escuchar algo que les llamó la atención: una melodía hermosa provenía de un pequeño instrumento que uno de los chicos tocaba.

"¡Escuchá! Es como si el mar estuviera cantando también. ¡Es increíble!" dijo Ella, fascinada.

Pero en un momento de despiste, un golpe inesperado hizo que Ella se asustara y, sin querer, salió de su escondite.

"¡Oh, no!" gritó Olivia, tratando de empujarla hacia atrás.

Los niños se dieron vuelta y, al verla, gritaron de emoción.

"¡Miren, una sirena!" exclamo uno de ellos, señalando a Ella.

Ella, sintiéndose asustada y emocionada al mismo tiempo, decidió que era momento de presentarse.

"Hola, soy Ella. No quiero asustarlos, pero vengo de las profundidades del mar."

Los niños, que jamás habían visto a una sirena, se acercaron, entre risas y con los ojos brillantes de asombro. Uno de ellos, un niño de cabello rizado, le preguntó:

"¿Sabés cantar?"

Ella, un poco tímida, respondió:

"Sí, en realidad, sí. Pero, ¿quieres escucharme?"

Los niños asintieron con entusiasmo. Entonces, mientras Olivia observaba desde un rincón con preocupación, Ella abrió su boca y comenzó a cantar, llenando el aire con su voz mágica. Los niños quedaron encantados, y algunos incluso se unieron con palmas al ritmo de la canción. La tarde se convirtió en una fiesta de alegría y risas, pero en medio de la diversión, Ella notó que Olivia no participaba.

"¡Olivia! Ven, vení. Ellos son buenos. ¡No tengas miedo!"

Olivia dudó, pero cuando vio lo feliz que estaba Ella, decidió acercarse. Al principio estaba recelosa, pero poco a poco comenzó a sonreír al unirse a la canción.

De repente, uno de los niños, muy curioso, preguntó:

"¿Por qué no vienen con nosotros a la playa?"

Estos planes hicieron que la ansiedad recorriera a Olivia. Temía que al salir del agua, los humanos pudieran atraparlas. Ella, notando la preocupación de su amiga, la animó:

"Todo estará bien, Olivia. ¡Confía en mí! Al final del día, somos todas criaturas del mar y del cielo."

Olivia respiró hondo y finalmente accedió a la idea. Aquel día fue inolvidable. Los niños, Ella y Olivia compartieron risas, juegos y hasta un picnic improvisado a la orilla del mar. En ese momento, las sirenas se dieron cuenta de lo que más les unía: su amor por la música y la alegría.

Después de una tarde espectacular, el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, y las sirenitas supieron que era hora de volver a casa. Se despidieron de sus nuevos amigos prometiendo regresar al siguiente día.

"Y no olviden, el mar es nuestro hogar, y siempre puedo cantarle a las olas para que lleguen a ustedes!" dijo Ella con una sonrisa.

Con el corazón lleno de felicidad, ambas sirenitas regresaron a sus profundidades marinas, sabiendo que habían hecho nuevos amigos que jamás olvidarían.

"¿Ves, Olivia? ¡No era tan aterrador!" dijo Ella emocionada.

Olivia sonrió, sintiéndose feliz por haber superado su miedo.

"Tienes razón, amiga. La vida está llena de sorpresas, y a veces, hay que salir de lo familiar para descubrir cosas maravillosas."

Desde aquel día, Ella y Olivia se convirtieron en las sirenas que unieron dos mundos, mostrando que la música y la amistad pueden trascender cualquier barrera, y que los mejores momentos se construyen cuando compartimos con los demás. Y así, cada día, regresaban al barco, creando recuerdos alegres en la playa.

Y colorín, colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

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