Las Tostadas Francesas de la Abuela



Era una hermosa mañana de sábado cuando Daniela decidió que quería aprender a hacer tostadas francesas para el desayuno. Su abuela siempre preparaba los mejores desayunos, así que pensó que sería la persona perfecta para enseñarle.

"¡Hola, abuela!", saludó Daniela al llegar a la cocina de su casa.

"¡Hola, mi cielo! ¿Listo para aprender a hacer esas deliciosas tostadas francesas?", dijo la abuela con una sonrisa.

"¡Sí! Siempre quise saber cómo se hacen", respondió Daniela, sus ojos brillando de emoción.

"Perfecto. Primero, vamos a necesitar algunos ingredientes. Ayúdame a sacarlos del refrigerador", indicó la abuela.

Daniela abrió la puerta del refrigerador y sacó un cartón de huevos, un vaso de leche y un paquete de pan.

"Muy bien. Ahora, ¿sabes cuántos huevos necesitamos?", preguntó la abuela.

"Creo que dos, ¿no?", contestó Daniela.

"¡Exactamente! Ahora, rompelos en este bol", dijo la abuela mientras le daba un bol blanco.

Con mucho cuidado, Daniela rompió los huevos y los dejó caer en el bol. —"Listo" , anunció con orgullo.

"Genial. Ahora, vamos a añadir un poco de leche. ¿Cuánto crees que deberíamos poner?", preguntó la abuela.

"¿Media taza?", sugirió Daniela.

"Correcto. Y no olvides batirlo todo muy bien", agregó la abuela mientras tomaba un batidor del cajón. Juntas comenzaron a batir los huevos y la leche hasta que la mezcla se volvió homogénea.

"Ahora es cuando viene la parte divertida", dijo la abuela. "Vamos a mojar las rebanadas de pan en esta mezcla. Pero antes, asegúrate de calentar la sartén a fuego medio".

"¡Esto es emocionante!", exclamó Daniela mientras la abuela encendía la hornalla. La abuela le mostró cómo mojar el pan en la mezcla sin dejarlo empapar demasiado.

Mientras tanto, la abuela empezó a poner las tazas en la mesa y preparó la tetera con té.

"¿Ves que es fácil?", le dijo mientras la mezcla chisporroteaba al contacto con la sartén caliente. "Tienes que girarlas un par de minutos por cada lado para que queden doradas y crujientes".

"¡Huele tan bien!", comentó Daniela, observando cómo el pan se tostaba lentamente.

Después de unos minutos, la abuela sirvió las tostadas doradas en un plato. "Ahora vienen las toppings. ¿Qué te gustaría usar?", preguntó.

"Tal vez un poco de miel y frutas frescas", sugirió Daniela.

"Buena elección. ¡Eso hará que el desayuno sea espectacular!", sonrió la abuela mientras ambos empezaron a añadir miel y rodajas de frutas a las tostadas.

Finalmente, el desayuno estaba listo y las tostadas francesas lucían deliciosas. La abuela llevó el plato a la mesa y sirvió el té recién hecho. "Ahora, el momento más esperado, ¡a comer!", exclamó.

Mientras degustaban las tostadas, Daniela se sintió muy orgullosa. "Abuela, esto está riquísimo. Gracias por enseñarme a hacerlas".

"De nada, cielo. La cocina es un lugar mágico donde podemos crear y compartir momentos. No olvides que siempre se puede experimentar con nuevos sabores", le dijo la abuela con un guiño.

De repente, un pequeño gato negro apareció corriendo por la cocina. "¡Mira, abuela! ¡Es el gato de la vecina!", dijo Daniela sorprendentemente.

"Parece que quiere un poco de tu delicioso desayuno", respondió la abuela riendo.

"¡Vamos a darle un pedacito de tostada!", sugirió Daniela, y juntas le dieron un trozo de pan al gato, que lo aceptó con gusto.

"Siempre es bueno compartir con los que nos rodean, ya sea con amigos, familia, o incluso animales. Eso lo hace aún más especial", dijo la abuela mientras el gato ronroneaba feliz.

"Tienes razón, abuela. ¡Hoy aprendí a cocinar y a compartir!". La abuela sonrió, contenta de ver a su nieta tan emocionada.

Y así, entre risas, deliciosas tostadas y un nuevo amigo felino, Daniela se dio cuenta de que había aprendido mucho más que solo una receta. Al final del día, volvió a casa con el estómago lleno y un corazón aún más pleno.

Iba a compartir su nueva habilidad con su mamá, y quizás, hasta invitaría a sus amigos para que también pudieran disfrutar de esas ricas tostadas francesas.

FIN.

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