Las Traversiones de Josefina



Había una vez, en un pequeño barrio de una ciudad argentina, una niña llamada Josefina. Con su cabello rizado y ojos chispeantes, era conocida por todos como la más traviesa de la escuela. Si había una broma tonta que hacer o una aventura por vivir, allí estaba Josefina, lista para sumarse.

Un día, mientras sus amigos del colegio jugaban en el parque, Josefina sintió que tenía que hacer algo emocionante.

"¡Chicos! ¿Qué les parece si llenamos un globo gigante con agua y lo tiramos sobre la fuente?" - propuso con una amplia sonrisa.

Todos se miraron emocionados. Fue así como, con un poco de agua y mucho entusiasmo, decidieron llevar a cabo el plan. Pero, ¿quién podía adivinar que el globo se rompería antes de llegar a la fuente, empapando a sus amigos en vez de a los transeúntes?"¡Josefina! ¡Mirá lo que hiciste! Ahora estamos todos mojados" - dijo Lucas, riéndose a la vez que se sacudía el agua de encima.

"¡Pero fue divertido!" - respondió Josefina, esperando que sus amigos se unieran a su risa. Sin embargo, menos de cinco minutos después, la maestra Silvia llegó al parque.

"¿Qué está pasando aquí, chicos?" - preguntó con una ceja levantada.

Josefina, sintiéndose un poco culpable, intentó buscar palabras para explicar.

"Fue un accidente, maestra. Solo queríamos divertirnos un poco..." - balbuceó.

La maestra sonrió, pero al mismo tiempo se la veía un poco preocupada.

"Josefina, se entiende que quieras jugar y pasarla bien, pero siempre tenés que pensar en las consecuencias de tus actos. Ahora ya no hay clase de arte esta semana porque todos tienen que estar secos para ir. ¿Entendiste?"

"Sí, maestra, por supuesto. Pero juro que la próxima vez pensaré antes de actuar" - prometió Josefina, sintiendo que era hora de cambiar.

Sin embargo, las travesuras no tardaron en regresar. Unas semanas después se organizó un concurso de talentos en la escuela, y Josefina decidió que era su oportunidad de brillar.

Junto a su amiga Ana, prepararon una actuación con un número de magia que incluía un gran truco. Pero en lugar de un truco sencillo, Josefina pensó que sería espectacular hacer aparecer una torta de cumpleaños de debajo de su capa.

"¡Espera! No estoy segura de que eso sea seguro..." - le dijo Ana, un poco asustada.

"¡Vamos! ¡Estamos haciendo magia!" - insistió Josefina, convencida de que todo saldría bien.

Lamentablemente, cuando llegó el momento de hacer el truco en frente de todos, en lugar de la torta, apareció una nube de confeti que voló por todo el escenario.

"¡Josefina!" - exclamó la maestra y el público rió, ahora todos cubiertos de confeti.

Pero lo que Josefina no esperaba era que su acto fuera uno de los más memorables de la tarde.

A pesar del lío, recibió una ovación de pie.

Al final del día, el director se le acercó.

"Josefina, tu actuación fue una locura y también muy creativa. Aunque tus ideas a veces traen consecuencias inesperadas, la creatividad es algo valioso. Pero recordá que siempre debemos ser responsables y pensar en los demás" - dijo con una amable sonrisa.

Josefina asintió, sintiendo que había aprendido algo importante.

"¡Entendido, director! Prometo que cada vez que quiera hacer algo divertido, pensaré primero en los demás. ¡Gracias!"

Desde ese día, Josefina se esforzó por crear sorpresas de manera más segura, y sus travesuras tomaron un giro positivo. En vez de hacer caos innecesario, empezó a organizar juegos y actividades en su clase, donde todos podían participar y disfrutar.

Así, la niña traviesa se volvió la organizadora más querida de la escuela, probando que se puede ser divertido y respetar al mismo tiempo.

Y aunque seguía teniendo sus momentos de locura, Josefina encontró la manera de divertirse sin causar problemas, demostrando que a veces las travesuras pueden venir en otras formas, siempre y cuando se haga con buenas intenciones y responsabilidad.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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