Las travesuras amables de Maite y Amaia


Maite y Amaia eran dos hermanas muy traviesas y curiosas. Siempre estaban buscando nuevas aventuras para disfrutar juntas. Un día, mientras jugaban en su habitación, escucharon la voz de su abuela Carmen llamándolas desde la sala.

"- ¡Maite! ¡Amaia! ¿Les gustaría ir al parque conmigo? El día está soleado y sería maravilloso pasar un rato divertido al aire libre", dijo emocionada la abuela Carmen. Las niñas saltaron de alegría y rápidamente se vistieron con sus ropas más cómodas.

Agarraron sus bicicletas y salieron corriendo hacia el parque junto a su querida abuela. Al llegar, se encontraron con que el parque estaba lleno de niños de todas las edades.

Había columpios, toboganes, canchas deportivas y un enorme lago donde nadaban patos. Las risas y los juegos llenaban el aire. Mientras Maite pedaleaba en su bicicleta rosa, Amaia corría feliz detrás de ella. Abuela Carmen caminaba tranquilamente disfrutando del paisaje.

De repente, una pelota voladora golpeó a Maite en la espalda haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. "- ¡Ay! Eso dolió", exclamó Maite mientras se levantaba frotándose la rodilla raspada.

La dueña de la pelota corrió hacia ellas disculpándose: "- Lo siento mucho por lo ocurrido. Mi nombre es Sofía". Abuela Carmen sonrió amablemente: "- No te preocupes Sofía, estos accidentes pueden pasar. ¿Por qué no te unes a nosotras en el parque? Será divertido jugar juntas".

Sofía, agradecida por la amabilidad de la abuela Carmen, aceptó emocionada. Las cuatro comenzaron a explorar el parque y a disfrutar de todas las atracciones que ofrecía.

Mientras tanto, Maite notó que había una niña llamada Laura sentada sola en un banco mirando tristemente hacia el suelo. Se acercó con curiosidad y le preguntó: "- Hola Laura, ¿te gustaría jugar con nosotros?"Laura levantó la cabeza sorprendida y respondió tímidamente: "- No sé si puedo... Me siento muy sola".

Maite sonrió y extendió su mano hacia ella: "- Claro que puedes. En nuestro grupo siempre hay espacio para una amiga más". Laura se unió al grupo y juntas empezaron a jugar sin parar.

Descubrieron juegos nuevos, compartieron risas y crearon recuerdos inolvidables. El tiempo pasó volando y pronto fue hora de regresar a casa. Abuela Carmen se despidió de Sofía, Laura, Maite y Amaia con un cálido abrazo.

"- Ha sido un día maravilloso lleno de aventuras y nuevas amistades", dijo abuela Carmen mientras caminaban hacia casa. Maite asintió emocionada: "- Sí, abuela Carmen. Gracias por llevarnos al parque hoy".

Amaia agregó saltando: "- ¡Y gracias también por enseñarnos que siempre debemos ser amables con los demás!"Abuela Carmen sonrió orgullosa mientras les daba un beso cada una: "- De nada mis queridas niñas. Recuerden que la amabilidad y la generosidad siempre nos llevarán a vivir momentos especiales".

Desde aquel día, Maite y Amaia aprendieron que una pequeña acción amable puede hacer una gran diferencia en la vida de los demás. Y así, juntas, continuaron explorando el mundo y creando recuerdos inolvidables junto a sus nuevas amigas Sofía y Laura.

El parque se convirtió en su lugar favorito para jugar y compartir risas, siempre recordando las palabras sabias de su abuela Carmen: "La verdadera felicidad se encuentra en el corazón de aquellos que son bondadosos con los demás".

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