Las travesuras de Carla y Mr McTiny en Irlanda




Carla era una niña con el corazón lleno de ilusión y su mente llena de sueños. Desde que tenía memoria, había estado fascinada con Irlanda: sus verdes praderas, sus castillos misteriosos y, por supuesto, los legendarios leprechauns. Finalmente, llegó el verano en el que su familia decidió hacer un viaje a la tierra de sus sueños.

Tan emocionada como nunca, Carla preparó su maleta con sumo cuidado. No quería olvidar nada, ni siquiera a su inseparable amigo, Mr McTiny, un leprechaun de peluche con un trébol de cuatro hojas en la solapa que le habían regalado en su cumpleaños.

Al llegar a Irlanda, Carla no podía contener su emoción. Todo era tal y como lo había imaginado. Los paisajes verdes, los acogedores pueblos y las leyendas que había escuchado tantas veces. Pero lo más emocionante para ella era la posibilidad de encontrar un verdadero leprechaun.

Una tarde, mientras recorrían un bosque cercano a un antiguo castillo, Carla y su familia escucharon risas traviesas. Sin poder contener su emoción, la niña se adelantó y se encontró con un pequeño ser vestido con un traje verde, sombrero puntiagudo y unos zapatos brillantes.

- ¡Hola! ¿Eres un leprechaun? -preguntó Carla, con los ojos brillando de emoción.

- ¡Claro que soy un leprechaun! Mi nombre es Liam, ¡encantado de conocerte! -respondió el pequeño ser con una sonrisa picarona.

Carla estaba emocionadísima, pero Liam le explicó que los leprechauns no podían ser vistos por adultos, por lo que cualquier interacción debía ser discreta. Sin embargo, le dijo que como ella era una niña especial, él le concedería un deseo.

- Tienes que pedirlo con mucha sabiduría, Carla. Los deseos de un leprechaun son muy poderosos -advirtió Liam.

Carla tuvo que pensarlo muy bien. ¿Qué podría desear que fuera realmente especial? Entonces, recordó una lección que había aprendido en la escuela sobre la importancia de la amistad y decidió su deseo:

- Quisiera un deseo para mí y Mr McTiny. Que nuestra amistad dure para siempre y que siempre podamos enfrentar juntos cualquier aventura que la vida nos depare -pidió Carla con determinación.

Liam sonrió y concedió el deseo de la niña. Pronto, era hora de despedirse, pero antes de irse, Liam le dijo algo curioso: los deseos de los leprechauns se hacían realidad a través de la reflexión de los valores y las acciones de las personas.

FIN.

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