Las travesuras de Copito


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un gatito blanco muy travieso llamado Copito. Copito vivía en una casa cerca de la azotea y le encantaba saltar y corretear por los techos de las casas vecinas.

Un día soleado, mientras jugaba en la azotea, Copito decidió dar un gran salto hacia el techo del vecino gruñón, Don Jacinto. Pero desafortunadamente, su salto fue tan fuerte que terminó rompiendo el techo del baño de Don Jacinto.

Al escuchar el estruendo, Don Jacinto salió furioso a ver qué había pasado.

Al ver al travieso Copito en su techo, lo regañó con voz ronca: "¡Maldito gato! ¡Has roto mi techo! ¡Deberías saber comportarte mejor!"Copito se sintió muy mal por lo sucedido y bajó rápidamente a disculparse con Don Jacinto. "-Lo siento mucho, Don Jacinto. No fue mi intención romper su techo.

Soy un gatito muy inquieto y a veces me cuesta controlar mis brincos", dijo apenado. Don Jacinto, aunque seguía molesto, pudo ver la tristeza en los ojos de Copito y decidió escucharlo. "-Está bien, gatito. Entiendo que eres joven y juguetón.

Pero debes aprender a ser más cuidadoso y respetar la propiedad de los demás", le respondió con tono más suave. Copito asintió con la cabeza y prometió ser más prudente en el futuro.

Para demostrarle a Don Jacinto que estaba arrepentido, se ofreció a ayudarlo a reparar el techo del baño. Durante días trabajaron juntos: Copito llevaba los clavos y las tablas mientras Don Jacinto arreglaba el daño causado por el brinco del gatito travieso.

Con el paso del tiempo, Copito aprendió una valiosa lección sobre responsabilidad y respeto hacia los demás. Ya no saltaba tan alto ni corría tan rápido por los techos vecinos; ahora era más cauteloso y considerado.

Don Jacinto también cambió su actitud hacia Copito: ya no lo veía como un simple gato travieso, sino como un amigo que había cometido un error pero estaba dispuesto a corregirlo. Y así, entre risas y trabajo en equipo, surgió una bonita amistad entre el gatito blanco muy travieso y el vecino gruñón.

Juntos demostraron que incluso de los incidentes más inesperados podían surgir relaciones especiales basadas en la empatía y la colaboración mutua.

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