Las travesuras de Gatito Pato



Había una vez en un pequeño pueblo de la campiña argentina, un gatito travieso llamado Pato. A pesar de su nombre, Pato no tenía nada de ave: era un gato negro, ágil y astuto.

Sin embargo, su espíritu juguetón y curioso lo metía siempre en problemas. Un día, Pato decidió que sería divertido husmear en el jardín de la vecina Doña Rosa.

- 'Parece que hay algo muy interesante en este jardín', maulló Pato para sí mismo mientras saltaba la cerca. Doña Rosa, al escuchar el revuelo, salió corriendo al jardín y vio a Pato correteando entre las flores. - '¡Otra vez tú, Gatito Pato! ¡Siempre metiéndote donde no debes!' reprendió Doña Rosa.

Pato, asustado, trató de huir, pero se enredó en una planta trepadora y terminó desplomándose en un macetero. Doña Rosa lo sacó con cuidado y lo llevó a la casa.

Habló con Pato sobre la importancia de respetar la propiedad ajena y le recordó que las travesuras pueden tener consecuencias negativas. Pato comprendió su error y se disculpó, prometiendo no volver a meterse en problemas. A partir de ese día, Pato se esforzó por ser un gato más responsable.

Ayudó a los vecinos, cuidó de los pájaros del parque y se convirtió en un ejemplo de buen comportamiento para los demás animales del pueblo.

Su travesura en el jardín de Doña Rosa se convirtió en una lección que lo ayudó a crecer y convertirse en un gato ejemplar. Desde entonces, Pato supo que ser curioso no está mal, pero que también había que ser respetuoso y considerado con los demás. Y colorín colorado, este cuento de Gatito Pato ha terminado.

FIN.

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