Las travesuras de las brujas traviesas
En un pequeño pueblo encantado, vivían tres brujas llamadas Mafalda, Esperanza y Úrsula. Aunque eran muy buenas haciendo pociones y hechizos, también les encantaba causar travesuras. Un día, decidieron jugarle una broma al simpático aldeano Don Amadeo.
- ¿Qué travesura podemos hacer hoy? - preguntó Mafalda con una risita traviesa.
- ¡Ya lo tengo! Podemos convertir su sombrero en un sombrero parlante - sugirió Úrsula con entusiasmo.
Las brujas realizaron el hechizo y, al día siguiente, Don Amadeo se llevó un tremendo susto cuando su sombrero comenzó a hablarle. Sin embargo, en lugar de enojarse, rió a carcajadas y se unió a la broma. Después de todo, siempre había querido un sombrero que le contara chistes.
Las brujas se sorprendieron por la reacción de Don Amadeo, y se dieron cuenta de que las travesuras podían traer alegría a las personas si eran bienintencionadas. A partir de ese día, en lugar de asustar a la gente, decidieron usar sus trucos para hacer sonreír a los habitantes del pueblo.
Con el tiempo, se convirtieron en las brujas más queridas del lugar, famosas por sus divertidas ocurrencias. Y así, demostraron que incluso las brujas traviesas pueden cambiar y hacer el bien.
FIN.