Las travesuras de Lautaro y la Navidad
Había una vez un pequeño y travieso elfo llamado Lautaro. Vivía en el Polo Norte, en la aldea de los elfos, donde se preparaban todos los regalos para la Navidad.
Lautaro era muy juguetón y siempre estaba buscando nuevas travesuras para hacer. Un día, decidió que sería divertido tirar todos los cereales del desayuno por el aire. Los cereales volaron por toda la cocina y cayeron como copos de nieve encantados.
La señora Claus, quien cuidaba a los elfos, entró corriendo a ver qué había pasado. Al ver el caos en la cocina, suspiró y dijo: "¡Lautaro! ¿Qué has hecho ahora?"El pequeño elfo rió traviesamente y respondió: "-Fue solo una broma, señora Claus.
Quería hacer que los cereales volaran como si fueran mágicos. "La señora Claus le explicó que las bromas pueden ser divertidas si no lastiman ni molestan a nadie más.
Le recordó que todos tenían mucho trabajo para preparar los regalos de Navidad y necesitaban concentrarse. Pero Lautaro no parecía entenderlo del todo. Pensaba que todas sus travesuras eran inofensivas e inocentes porque venían de su corazón lleno de alegría navideña.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de la aldea de los elfos, Lautaro encontró un árbol mágico con luces parpadeantes y adornos brillantes colgando de sus ramas. Sin pensarlo dos veces, subió al árbol y comenzó a saltar de rama en rama, riendo a carcajadas.
"-¡Miren todos! ¡Soy el rey del árbol de Navidad!", gritaba emocionado. Pero mientras Lautaro saltaba y jugaba en el árbol, una fuerte ráfaga de viento sopló y lo hizo caer al suelo.
El pequeño elfo se lastimó un poco, pero no fue nada grave. Al verlo tirado en el suelo, los demás elfos corrieron hacia él preocupados. Entre ellos estaba Nicolás, uno de los elfos más sabios y bondadosos de la aldea.
Nicolás ayudó a Lautaro a levantarse y le dijo con calma: "-Lautaro, entiendo que te guste hacer travesuras, pero debes tener cuidado. No es divertido si alguien resulta herido o asustado por tus bromas".
El pequeño elfo bajó la cabeza avergonzado y respondió: "-Tienes razón, Nicolás. No quiero lastimar a nadie más con mis travesuras". Desde ese día, Lautaro aprendió a canalizar su energía traviesa en cosas positivas.
Ayudaba a los demás elfos con sus tareas navideñas y encontró nuevas formas de divertirse sin causar problemas. Además, Nicolás le enseñó que las bromas pueden ser aún más divertidas cuando se comparten con amigos y familiares. Juntos idearon juegos y acertijos para entretenerse durante la temporada navideña.
Con el tiempo, Lautaro se convirtió en un ejemplo para otros elfos jóvenes. Les mostraba que es importante disfrutar de la diversión pero siempre respetando a los demás y siendo conscientes de las consecuencias de nuestras acciones.
Así, Lautaro aprendió que la verdadera magia de la Navidad no está en hacer travesuras, sino en compartir momentos especiales con quienes amamos y alegrar el corazón de otros con actos bondadosos.
Y así, cada año, él y los demás elfos trabajaban juntos para hacer realidad los sueños de niños alrededor del mundo.
FIN.