Las Traviesas Noches de la Luna
Era una noche clara, y la luna se alzaba en el cielo como una gran lámpara plateada. Las estrellas titilaban y llenaban el aire con su brillo mágico. En un tranquilo prado, vivían un pájaro llamado Pico, un pato llamado Pato y un conejo llamado Conejito. Siempre estaban buscando una manera de divertirse, y esa noche tenían una gran idea.
"¡Vamos a hacer una travesura!" - exclamó Pico, volando en círculos emocionado.
"¿Y qué travesura vamos a hacer?" - preguntó Pato, dejando de nadar en el pequeño estanque.
"Podemos hacerle una broma a la ardilla Timi. ¡Siempre es tan seria!" - sugirió Conejito, moviendo sus orejas de un lado a otro.
Los tres amigos se reunieron y trazaron su plan. Decidieron robar un puñado de nueces de la despensa de Timi y esconderlas, para luego dejar pistas que la llevaran a un lugar inesperado.
"Esto va a ser tan divertido" - dijo Pato mientras caminaba con paso tembloroso, tratando de contener la risa.
Cuando llegaron a la casa de Timi, se movieron sigilosamente. Pico, que era muy rápido, voló hacia la ventana y picoteó un poco de la madera, mientras Conejito se encargaba de hacer ruido en la puerta. Timi, sorprendida por el alboroto, salió y los vio.
"¡Ustedes, traviesos!" - gritó Timi, y los tres amigos se echaron a reír.
"Nosotros solo queremos jugar, Timi. ¡Ven y únete a nosotros!" - dijo Pico, intentando calmar a la ardilla.
A pesar de la sorpresa, Timi sonrió. "Está bien, pero yo quiero ser parte del plan. ¡Vamos a buscar un lugar divertido para esconder mis nueces!" - propuso. Y así, unidos, comenzaron a buscar el escondite perfecto.
Juntos, recorrieron el prado, cruzaron el estanque y subieron a la colina. Al final, decidieron esconder las nueces en un viejo árbol hueco, donde todos los animales podían jugar y encontrar cosas divertidas.
"¡Listo! Ahora podemos hacer un juego con las nueces!" - dijo Conejito, saltando de alegría. Se les ocurrió organizar una búsqueda del tesoro, donde otros animales tendrían que seguir pistas para encontrar las deliciosas nueces.
La noticia se esparció rápidamente, y pronto el prado se llenó de amigos, dispuestos a participar. "¡Es el mejor juego del mundo!" - gritó el pato mientras se zambullía en el estanque, y todos se unieron al juego con risas y sonrisas.
La luna y las estrellas eran testigos del gran alboroto, y brillaban más intensamente. Al final de la noche, todos los animales estaban agotados pero felices, con el sonido de sus risas resonando en la oscuridad.
"¿Vieron? Hicimos algo divertido y todos nos divertimos juntos!" - dijo Timi con alegría. Desde entonces, la luna, las estrellas, y todos los animales del prado supieron que incluso una travesura puede convertirse en una gran aventura de amistad.
Así, siempre se recordaba aquella noche en que la luna sonrió y se unió a las travesuras de Pico, Pato, Conejito y Timi, creando un momento inolvidable para todos. Y por supuesto, las estrellas nunca olvidaron la velada llena de juegos, risas y nuevos amigos.
FIN.