Las Tres Amigas
Era una vez en un barrio lleno de risas, dos mejores amigas llamadas Sofía y Flor. Siempre estaban juntas, explorando el parque, compartiendo secretos y soñando sobre el futuro.
Un día, una niña nueva llamada Lia se mudó al barrio. Flor y Sofía estaban emocionadas de conocerla. Cuando se hicieron amigas, todo parecía perfecto. Pero pronto, Flor empezó a notar que pasaba mucho más tiempo con Lia que con ella.
Un día, mientras jugaban en el parque, Flor miró a Sofía y sintió un nudo en la garganta.
"Sofía, no me siento bien..." - susurró Flor, con una mueca en su rostro.
"¿Qué te sucede?" - preguntó Sofía, preocupada.
"Siento que Lia se está llevando a mi mejor amiga..." - dijo Flor, apretando los puños.
"¿Pero por qué no hablas con ella?" - sugirió Sofía.
"¡Pero tengo miedo!" - exclamó Flor.
Con el corazón latiendo fuerte, Flor decidió ir a hablar con Lia. Se acercó un poco temerosa.
"Lia, ¿podemos hablar?" - dijo Flor, tratando de mantener la calma.
"¡Claro! ¿Qué pasa?" - respondió Lia, sonriendo.
Las dos se sentaron bajo un árbol frondoso.
"He notado que pasas mucho tiempo con Sofía... y me siento dejada de lado" - comenzó Flor, mirando al suelo.
"Oh, Flor, lo siento. No era mi intención herirte" - dijo Lia, con una mirada comprensiva.
"Es que... éramos mejores amigas desde hace tanto tiempo. No quiero perder eso..." - explicó Flor, con lágrimas a punto de salir de sus ojos.
"Escuchame, creo que las tres podemos ser mejores amigas. Todos podemos compartir momentos hermosos juntas" - propuso Lia, intentando animar a Flor.
"¿De verdad piensas eso?" - preguntó Flor, haciendo una pausa.
"¡Sí! Me encantaría. Juntas nos divertiremos aún más" - afirmó Lia.
A medida que pasaban los días, las tres comenzaron a hacer cosas juntas. Jugaron a la pelota, hicieron manualidades y hasta organizaron una búsqueda del tesoro en el parque. Hasta que un día, tuvieron una idea brillante.
"¿Por qué no hacemos un club de amigas?" - sugirió Sofía, emocionada.
"¡Sí! Podemos escribir un libro de aventuras de nuestras tres!" - dijo Flor, con una sonrisa resplandeciente.
"Y también podemos ayudar a otros a ser amigos y resolver problemas" - agregó Lia, muy entusiasmada.
Y así, las tres se unieron en una amistosa aventura, aprendiendo a comunicarse y a ser sinceras unas con otras. Descubrieron que no necesitaban competir por la amistad, sino disfrutarla juntas.
Desde aquel día, Sofía, Flor y Lia se volvieron inseparables. Se rieron, vivieron aventuras, y lo más importante, aprendieron que el verdadero compañerismo no se divide; se multiplica. Juntas, formaron un historial de recuerdos que compartieron por muchos años, y jamás olvidaron que la amistad se basa en la confianza, el respeto y en abrir los corazones a nuevas experiencias.
Así fue como todo comenzó, y nunca más dejaron que la inseguridad se interpusiera entre su amistad. En el fondo, siempre hubo espacio suficiente para que todas brillaran, y juntas, crearon un lazo que duraría para siempre.
FIN.