Las Tres Aventureras y el Tesoro del Bosque



Era un espléndido día de primavera cuando tres amigas, Lucía, Sofía y Valentina, decidieron aventurarse en el bosque que estaba al borde de su pequeño pueblo. Habían escuchado rumores sobre un antiguo tesoro escondido allí, y la curiosidad no les dejaba en paz.

- “¿Y si encontramos el tesoro, Sofía? ” - dijo Lucía, con una mirada de emoción.

- “Imaginate, podríamos comprar todo lo que queramos. ¡Hasta ir de vacaciones! ” - respondió Sofía ilusionada.

- “Pero, ¿qué tipo de tesoro estamos buscando? ” - preguntó Valentina, intrigada.

- “Creo que se decía que había monedas de oro y joyas brillantes. ¡Vamos a buscarlas! ” - exclamó Lucía con determinación.

Armadas con una mapa que habían dibujado con un viejo libro de aventuras, las tres amigas se adentraron en el bosque. Al principio, todo era risas y alegría, corriendo entre los árboles y jugando a encontrarse. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el bosque era un lugar mágico pero misterioso. El silencio fue reemplazado por el sonido de las hojas y los pájaros.

Tras caminar un rato, encontraron un claro donde había un antiguo roble.

- “¿Qué tal si buscamos debajo de ese árbol? ” - sugirió Valentina, señalando al roble.

- “Puede que haya algo allí. ¡Vamos! ” - se animaron las otras.

Comenzaron a cavar con sus manos, llenándose de tierra y risas, pero no encontraron nada, excepto algunas raíces y un pequeño escarabajo.

- “Siento que debemos seguir buscando. El mapa dice que el tesoro está más allá de la cascada.” - indicó Sofía, mirando el dibujo fervorosamente.

Aunque el sol comenzaba a ocultarse y la luz del día se desvanecía, decidieron seguir la búsqueda. Mientras caminaban, el sonido del agua los guió hacia un hermoso riachuelo que bajaba de una pequeña cascada.

- “¡Miren eso! ” - gritó Sofía, apuntando hacia el agua brillante.

Pero antes de que pudieran acercarse, notaron algo curioso. Un grupo de criaturas del bosque, con piel de colores y grandes ojos, se encontraba cerca del agua, mirándolas con sorpresa.

- “¿Quiénes son ustedes? ” - preguntó una de las criaturas con voz suave.

- “¡Hola! Somos Lucía, Sofía y Valentina. Estamos buscando un tesoro” - respondió Valentina.

Las criaturas, que se presentaron como los guardianes del bosque, sonrieron.

- “El verdadero tesoro no son las monedas ni las joyas, sino la amistad y la aventura que comparten.” - dijo el líder.

Las niñas se miraron, pensando en todas las risas y recuerdos que habían creado en su viaje.

- “Tienen razón. Este día ha sido el mejor de todos, incluso sin encontrar el tesoro” - admitió Lucía.

- “Sí, le hemos hecho el día a las criaturas del bosque” - añadió Valentina.

- “A veces, el tesoro que buscamos está más cerca de lo que imaginamos” - finalizó Sofía, sonriendo.

Decidieron pasar un rato más jugando con los guardianes del bosque. Jugaron al escondite entre los árboles y nadaron en el riachuelo, disfrutando del momento. Cuando llegó la hora de volver a casa, se despidieron de sus nuevos amigos.

A medida que regresaban al pueblo, el cielo comenzó a inundarse con colores del atardecer.

- “Creo que el mejor tesoro es vivir momentos como este juntas” - dijo Valentina, emocionada.

Las tres amigas regresaron multifacéticas, llenas de historias para contar, y sobre todo, un vínculo más fuerte que nunca.

Desde ese día, supieron que la verdadera aventura no siempre está en lo que encontramos, sino en el camino y en la compañía que elegimos. Y así, las tres aventureras prometieron seguir explorando, no por el oro, sino por las experiencias y la amistad que compartían.

FIN.

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