Las Tres Cerditas y el Camino Correcto
Había una vez, en un tranquilo pueblo de México, tres cerditas llamadas Mónica, Angelina y Georgina. Las tres eran muy amigas y pasaban el tiempo juntas, haciendo travesuras. Un día, mientras jugaban, encontraron un viejo mapa que prometía llevarlas a un lugar lleno de tesoros. Sin embargo, el mapa también indicaba que para llegar al tesoro, tendrían que entregar unas misteriosas cajas en los Estados Unidos.
"¡Mirá lo que encontramos! ¡Es un mapa del tesoro!" - exclamó Mónica entusiasmada.
"¿Y qué dice?" - preguntó Angelina, asomándose para ver las indicaciones.
"Parece que tenemos que entregar cosas en una ciudad allá, en el otro lado de la frontera" - comentó Georgina, con un brillo en los ojos.
Las tres cerditas se miraron emocionadas, pensando en lo que podrían hacer con el tesoro. Sin embargo, no sabían que las cosas que debían entregar en realidad eran ilegales. La ambición comenzó a nublar su juicio, pero aún así decidieron emprender el viaje.
Con un poco de dinero que juntaron entre las tres, compraron un coche viejo y se pusieron en marcha. A medida que avanzaban, comenzaron a sentir un extraño presentimiento.
"¿No será peligroso esto, chicas?" - dijo Angelina, un poco nerviosa.
"Vamos, ¡solo es un tesoro! Hay que arriesgarse" - respondió Mónica, tratando de convencerlas.
Llegaron a la frontera y allí se encontraron con un gran control policial. Las cerditas se asustaron al ver a los agentes revisando a todos los vehículos.
"No sé si deberíamos seguir..." - dijo Georgina, sintiéndose incómoda.
"Si nos descubren, estamos perdidas!" - añadió Angelina, preocupada.
Sin embargo, Mónica insistió en seguir adelante. Cuando llegó su turno, el oficial preguntó:
"¿Cuál es el propósito de su viaje?"
Las cerditas, temblorosas, trataron de dar una respuesta convincente, pero el oficial no se lo creyó.
"Voy a tener que revisar su vehículo" - dijo el oficial, mientras les pedía que fueran a un lado.
En ese momento, las cerditas se miraron horrorizadas.
"¿Y si encuentra las cajas?" - susurró Georgina.
"No sé... pero debemos hacer algo" - respondió Mónica.
Justo cuando el oficial comenzó a investigar el coche, las cerditas se dieron cuenta de que estaban cometiendo un error muy grande.
"¡Esperen!" - gritó Angelina, y cuando el oficial las miró sorprendido, continuó "Lo sentimos, pero en realidad no queríamos hacer esto. Creímos que iba a ser emocionante, pero ahora sentimos miedo y sabemos que está mal."
El oficial se quedó en silencio, observándolas con atención.
"Es bueno que lo reconozcan. Muchas veces, la búsqueda de tesoros nos puede llevar por caminos equivocados. Lo importante es aprender de nuestros errores y saber que siempre hay una elección correcta" - les respondió.
Las cerditas se sintieron aliviadas y decidieron regresar a su pueblo. En el camino de vuelta, comenzaron a hablar sobre otras formas de divertirse y ganarse la vida.
"Podríamos vender limonada en el parque y usar ese dinero para hacer algo divertido juntas" - sugirió Georgina.
"O podemos hacer manualidades y venderlas en la feria" - propuso Mónica.
"¡Sí! Hay tantas cosas que podríamos hacer bien y ganarnos la vida de forma honesta" - agregó Angelina.
Finalmente, las tres cerditas decidieron emprender un nuevo camino, lleno de creatividad y honestidad.
"No necesitamos tesoros ilegales. Lo que realmente importa son los momentos que pasamos juntas, haciéndonos bien y siendo felices" - concluyó Mónica.
Y así, Mónica, Angelina y Georgina aprendieron que el verdadero tesoro no estaba en las cosas materiales, sino en la amistad y la importancia de elegir el camino correcto. Desde entonces, vivieron muchas aventuras, siempre manteniendo sus corazones limpios y sus intenciones sinceras.
FIN.