Las Tres Chicas y el Misterio de la Navidad



Érase una vez, en un pequeño pueblo argentino, tres chicas llamadas Sofía, Valentina y Lila. Estaban emocionadas, porque se acercaba la Navidad y todas las calles estaban adornadas con luces y flores. Un día, mientras jugaban en el parque, Sofía dijo:

"¿Se acuerdan del viejo árbol de Navidad que está en el centro del pueblo? La leyenda dice que quien lo decora de manera especial, puede pedir un deseo. ¡Deberíamos ir a decorarlo y pedir un deseo!"

Valentina, entusiasmada, respondió:

"Sí, sería genial. Pero, ¿cómo lo decoramos? Necesitamos algo único."

Lila, que siempre tenía buenas ideas, pensó un momento y luego exclamó:

"¡Hagamos adornos con cosas que encontremos en la naturaleza! Podemos recolectar hojas, ramas y flores. ¡Va a ser original!"

Las tres chicas se pusieron manos a la obra. Al día siguiente, se despertaron temprano y salieron al bosque. Recolectaron hermosas hojas de colores vibrantes, brillantes piñas y algunas flores silvestres. Mientras caminaban, se encontraron con un viejo árbol caído.

"Este árbol es perfecto. Nos puede servir como base para nuestros adornos", sugirió Valentina.

"¡Sí! ¿Podemos llevarlo al árbol de Navidad?", preguntó Lila, con los ojos brillando de emoción.

Sofía se rió y dijo:

"¡Vamos a arrastrarlo! Todos en el pueblo van a hablar de nuestra decoración."

Justo cuando comenzaron a empujar el árbol, una ardilla curiosa apareció y se detuvo a mirarlas.

"Hola, chica, ¿qué están haciendo?", preguntó la ardilla.

"Vamos a decorar el árbol de Navidad en el centro del pueblo. ¿Te gustaría ayudarnos?", dijo Sofía.

"¡Oh, sí! Pero necesito que me prometan algo: deben ser amables y cuidar el lugar donde recolectan los adornos para que otros animales también puedan disfrutar de él", advirtió la ardilla.

Las chicas asintieron, entendiendo que cuidar la naturaleza era importante. Después de encontrar más materiales y con la ayuda de la ardilla, lograron llegar al árbol de Navidad.

A medida que decoraban el enorme pino, comenzó a llegar gente del pueblo, intrigados por su originalidad.

"Chicas, esto es increíble", dijo un niño del pueblo.

"¡Vamos a invitar a todos a que se sumen a nuestras decoraciones!", sugirió Lila.

Las tres chicas comenzaron a invitar a todos a participar, y juntos, crearon los más hermosos adornos con materiales naturales. Con cada adorno que colgaban, los rostros de sus vecinos brillaban de alegría.

Cuando terminaron, el árbol se veía mágico y especial. Todos admiraban sus creaciones. Al caer la noche, los adornos parecían brillar bajo la luz de la luna.

Sofía comentó:

"Ahora que terminamos, ¿qué desearemos?"

Valentina, pensativa, dijo:

"Deseemos que todos en el pueblo tengan un feliz tiempo en esta Navidad y que siempre cuidemos de nuestra naturaleza."

Lila asintió, aportando:

"Sí, que nuestra amistad y solidaridad siempre estén presentes."

Las tres chicas cerraron los ojos y, tomando de la mano a todos los que estaban allí, juntos hicieron su deseo.

A la mañana siguiente, el pueblo despertó con una hermosa noticia. Gracias a la acción de las chicas, habían organizado una festividad de Navidad que unió a todos: juegos, comidas ricas y, sobre todo, un fuerte sentido de comunidad.

"Lo mejor de la Navidad no son los regalos, es compartir y cuidar a los demás", concluyó Sofía.

Y así, las tres amigas no solo decoraron el árbol, sino que también recordaron a todos un valioso mensaje: la verdadera magia de la Navidad se encuentra en la unión y el amor hacia los demás.

FIN.

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