Las Tres Hermanas y el Jardín Mágico



Había una vez en un pueblito llamado Floresia tres hermanas: Lupita, Rose y Carito. Eran muy diferentes entre sí. Lupita era la más mayor y siempre tenía ideas brillantes. Rose, la del medio, era tierna y siempre cuidaba a sus hermanas, mientras que Carito, la menor, era muy curiosa y estaba llena de energía.

Un día, mientras jugaban en el campo, encontraron un mapa viejo y polvoriento. Tenía dibujos de un jardín mágico lleno de flores que nunca se marchitaban. Las tres hermanas se miraron con emoción.

"¡Debemos encontrarlo!" - exclamó Lupita.

"¿Pero qué pasará si nos perdemos?" - preguntó Rose, un tanto preocupada.

"¡No te preocupes! Siempre estamos juntas!" - dijo Carito con una sonrisa llena de energía.

Decidieron seguir el mapa que las llevó a través de un bosque espeso. En el camino, se encontraron con un árbol gigante que bloqueaba el paso.

"¿Cómo lo cruzaremos?" - dijo Rose, temerosa.

"Podemos treparlo, o hacer un túnel debajo..." - sugirió Carito.

"¡Hagamos un túnel! Es más divertido!" - propuso Lupita, mientras comenzaban a cavar.

Después de un rato de trabajo en equipo, lograron hacer un túnel por donde cruzaron. Al salir, se encontraron en un prado lleno de flores silvestres.

"¡Estamos cerca!" - gritó Carito llena de entusiasmo.

Pero de repente, un pato habló desde un charquito cercano.

"¡No pueden pasar sin resolver mi acertijo!" - dijo con una voz graciosa.

"¿Qué acertijo?" - preguntó Rose, interesada.

"¿Cuál es la flor que siempre dice la verdad?" - dijo el pato, cruzando sus patas.

Las hermanas se miraron, pensando. Después de unos minutos, Lupita sonrió.

"¡La rosa! Porque siempre florece con honestidad!" - dijo con confianza.

El pato sonrió, contento por la respuesta correcta. "Pueden pasar, pero recuerden, el verdadero jardín mágico no solo tiene flores, sino que también tiene amistad y amor."

Las hermanas continuaron su camino y, después de saltar unos riachuelos y trepar algunas colinas, finalmente llegaron al jardín mágico. Era más hermoso de lo que habían imaginado. Las flores brillaban en colores vibrantes y el aire estaba lleno de su dulce fragancia.

"¡Lo logramos!" - exclamó Carito salta de alegría.

"Miren esas flores que nunca se marchitan..." - dijo Rose, maravillada.

"Y cada color parece contar una historia diferente!" - añadió Lupita.

Decidieron recoger algunas flores para llevar a casa y compartir su belleza. Sin embargo, se dieron cuenta de algo importante. Cada vez que tomaban una flor, una nueva aparecía en su lugar.

"¡Es un jardín que nunca se agota!" - dijo Carito, con los ojos bien abiertos.

"Es que este jardín se nutre de nuestro amor y felicidad. Mientras siga habiendo amor, siempre habrá flores!" - agregó Rose, asintiendo con sabiduría.

Así, las hermanas comprendieron que el verdadero jardín mágico estaba dentro de ellas, en su unión y en su amor mutuo. Regresaron a casa con sus flores y un nuevo entendimiento sobre la importancia de familia y la amistad.

Desde ese día, visitaron el jardín mágico cada vez que necesitaban recordar la fuerza de su conexión y continuar sembrando amor, como lo hacían las flores. Aprendieron que en la vida, al igual que en su jardín, siempre debe haber espacio para crecer y florecer juntos.

Y así, en el pequeño pueblito de Floresia, las tres hermanas vivieron felices, celebrando su amistad y cuidando el jardín de sus corazones.

FIN.

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