Las Tres Hojas de la Amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, una niña llamada Lila que amaba explorar el bosque. Un día, mientras caminaba entre los árboles, se encontró con tres hojas brillantes en el suelo. Las recogió y notó que cada hoja tenía un color diferente: roja, amarilla y verde.

Lila sabía que estas hojas no eran comunes, así que decidió hacerles un lugar especial en su casa. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, escuchó un suave susurro.

"Hola, Lila. Somos las Hojas de la Amistad. ¡Queremos enseñarte algo importante!" - dijo la hoja roja.

Lila se sorprendió. "¿Hojas que hablan? ¿Qué quieren enseñarme?"

"Queremos que entiendas lo valioso que es cuidarse entre amigos, especialmente en momentos difíciles" - añadió la hoja amarilla.

"Sí, y también queremos mostrarte lo que la violencia puede causar si no se actúa a tiempo. La violencia puede ser como una sombra que se cierne sobre las amistades y la comunidad, y debemos enfrentarlo juntos" - concluyó la hoja verde.

A la mañana siguiente, Lila se encontró con su amiga Sofía, que parecía triste.

"¿Qué te pasa, Sofi?" - le preguntó Lila.

"En la escuela, algunos chicos se burlan de mí porque no juego bien al fútbol. Me siento muy mal…" - respondió Sofía entre lágrimas.

Lila recordó las palabras de las hojas y decidió actuar.

"Sofí, no permitas que te hagan sentir menos. Todo el mundo tiene talentos diferentes. ¡Yo te puedo ayudar a jugar mejor! , así que hagamos un equipo y practiquemos juntas. Te prometo que no dejes que esas burlas te afecten" - dijo Lila con determinación.

El rostro de Sofía se iluminó. "¡Sí! Eso me haría muy feliz, gracias, Lila. "

Mientras practicaban, se acercó un grupo de niños que también querían jugar. Pero, en lugar de burlarse, empezaron a aplaudir y a animarlas.

"¡Vamos, chicas, se ven increíbles jugando!" - gritaron los chicos.

Esa tarde, las tres hojas aparecieron nuevamente ante Lila.

"Ves, Lila, cuando apoyas a tus amigos, estás creando un lugar seguro donde todos pueden ser felices y crecer" - dijo la hoja roja.

Lila sonrió, sintiéndose orgullosa de haber ayudado a Sofía. Pero, justo en ese momento, llegó un chico nuevo al pueblo llamado Lucas.

"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Lucas, un poco tímido.

"Claro que sí, Lucas, ven a unirte a nosotros" - dijo Lila, feliz de ser inclusiva.

Mientras jugaban juntos, Lila se dio cuenta de que Lucas, aunque era un buen chico, a veces se reía de algunos errores de las chicas.

"Lucas, recuerda que debemos ser amables y nunca burlarnos de nuestros amigos. Todos aprendemos a nuestro ritmo" - le comentó Lila.

Lucas la miró con seriedad. "Tienes razón, Lila. No quiero hacer sentir mal a nadie. Aprenderé a ser más amable".

Esa noche, las hojas volvieron a aparecer.

"Hoy has hecho algo grandioso, Lila. Has comenzado a crear un cambio en tu grupo y eso es lo que queremos" - dijo la hoja verde.

"Sí, y recuerda que ser amiga significa cuidarse mutuamente y hacer que todos se sientan bienvenidos" - añadió la hoja amarilla.

Lila se fue a la cama pensando en todo lo que había aprendido. Le pareció que el mundo era como un gran bosque lleno de diversidad, y que cada hoja tenía su propio color y su propia historia que contar.

Al día siguiente, Lila y sus amigos decidieron hacer una reunión comunitaria para hablar sobre la importancia del respeto y la amistad. Invitaron a todos los niños y adultos del pueblo.

"Vamos a crear un mural juntos que represente nuestro compromiso con la paz, la amistad y el respeto", propuso Lila.

Todos estuvieron de acuerdo y, durante una semana, el pueblo se llenó de colores y risas.

Finalmente, el mural fue inaugurado. Todos se abrazaron y prometieron apoyarse mutuamente. La hoja roja tomó la palabra.

"Hoy, cada hoja que pintaron aquí representa una promesa de cuidar a sus amigos y ser amables entre sí. ¡Juntos creamos un espacio seguro para todos!" - exclamó alegremente.

Lila sintió una gran sensación de felicidad. Comprendió que las hojas le habían enseñado que las amistades saludables y respetuosas son el mejor antídoto contra cualquier sombra de violencia que pueda existir.

Y así, Lila, Sofía, Lucas y todos en el pueblo se convirtieron en guardianes de la amistad, siempre recordando el poder de cuidar a los demás y celebrando sus diferencias con amor y respeto.

Desde ese día, el pequeño pueblo se convirtió en un lugar donde todos podían sentirse seguros y felices, demostrando que la verdadera amistad es una fuerza capaz de iluminar hasta el día más oscuro.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!