Las Tres Mariposas en el Rosal



Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores de colores brillantes, un rosal muy especial. En ese rosal vivían tres mariposas mágicas: Lila, Amarilla y Celeste. Cada mañana, las mariposas salían a jugar y a volar entre las flores mientras el sol brillaba en lo alto.

Una mañana, Lila, la mariposa de alas violetas, dijo:

"¡Vamos a ver quién puede hacer la mejor pirueta!"

"¡Yo soy la más rápida!" - exclamó Amarilla, la mariposa de alas doradas, emocionada.

"Pero yo soy la más ágil de todas!" - contestó Celeste, la mariposa de alas azules. Y así, comenzaron a volar en círculos sobre el rosal.

Mientras jugaban, se encontraron con un pequeño pajarito que estaba sentado en una rama.

"¿Por qué están tan alegres?" - preguntó el pajarito.

"Estamos haciendo piruetas! ¿Quieres unirte a nosotros?" - le dijo Lila.

"No puedo, no sé volar como ustedes!" - contestó el pajarito triste.

Las mariposas se miraron y Lila tuvo una idea.

"Podemos enseñarte a volar, pero primero tienes que creer que puedes hacerlo!"

Amarilla asintió y dijo:

"Sí! Volar es divertido, y todos pueden hacerlo, aunque sea un poquito. ¡Solo tienes que intentarlo!"

"¡Yo puedo intentarlo!" - dijo el pajarito, mirando al suelo con determinación.

Las mariposas lo rodearon y comenzaron a darle consejos.

"Primero, estira tus alas así... ¡perfecto!" - dijo Celeste, mostrando cómo mover las alas.

"Ahora, lánzate desde la rama más baja, ¡no tengas miedo!" - le animó Lila.

El pajarito, un poco asustado, cerró los ojos y se lanzó desde la rama. Al principio, cayó, ¡pero luego empezó a aletear!"¡Miren! ¡Estoy volando!" - gritó con alegría.

Las mariposas aplaudieron y danzaron en el aire.

"¡Eres un gran volador!" - dijo Amarilla emocionada.

Después de un rato, jugaron juntos, y el pajarito ya no se sentía triste.

"Me divertí tanto! Gracias por ayudarme!" - exclamó.

Las mariposas sonrieron y Lila respondió:

"La amistad nos hace volar más alto!"

Desde ese día, el pajarito se unió a las mariposas y juntos exploraron el jardín lleno de colores.

Aprendieron que, aunque todos somos diferentes, ¡podemos ayudarnos y compartir felicidad! Y así, las tres mariposas y el pajarito jugaron y rieron en el rosal, siempre recordando que lo más importante es creer en uno mismo y disfrutar de la amistad.

FIN.

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