Las Tres Monedas de Papá
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina un padre sabio llamado Don Pedro, que decidió repartir su herencia entre sus tres hijos: Lucas, Julián y Sofía. Un día, los reunió en el jardín y les dijo:
"Queridos hijos, quiero que cada uno reciba una parte de mis ahorros para que lo inviertan según su talento y esfuerzo."
Don Pedro le dio a Lucas 5 monedas, a Julián 2 monedas y a Sofía apenas 1 moneda. Luego, el padre anunció que debía irse por un tiempo y les pidió que cuidaran de su dinero.
"Vuelvo en un año, y espero que hayan hecho algo constructivo con su herencia."
Lucas y Julián, entusiasmados, comenzaron a pensar en cómo podían multiplicar su dinero. Por otro lado, Sofía, aunque triste por recibir tan poco, decidió ser cautelosa.
Lucas exclamó:
"¡Yo tengo un gran plan! Voy a comprar ingredientes y abrir un puesto de empanadas."
Y así, el primer día, se puso a trabajar, llenando su puesto de coloridas empanadas y ofreciendo sabrosas opciones. Pronto, sus empanadas se hicieron famosas en el pueblo, y en poco tiempo, Lucas había duplicado su inversión.
Julián, por su parte, decidió comprar algunos juguetes para vender en el mercado. Pasaba horas jugando con los niños del barrio y pronto descubrió que a todos les encantaban.
"¡Esto de vender juguetes es lo mío!", dijo Julián emocionado.
También logró multiplicar su dinero al punto de tener cuatro monedas en lugar de dos.
Mientras tanto, Sofía estaba un poco preocupada porque pensaba que tal vez no había tomado la decisión correcta.
"¿Qué puedo hacer con una sola moneda?", se preguntaba, mirando su única moneda brillar bajo el sol.
Decidió que lo mejor sería enterrarla en su jardín, donde permanecería a salvo y donde nadie podría quitarle su dinero.
Pasaron los meses, y en vez de estar al pendiente de su inversión, Sofía cuidaba su única moneda con gran devoción.
Un día, mientras Lucas y Julián contaban sus ganancias riendo, se encontraron con Sofía y le preguntaron:
"¿Sofía! ¿Qué hiciste con tu moneda?"La enterré para que no se pierda", respondió ella, con orgullo.
Al llegar el día de la vuelta de Don Pedro, los tres hermanos se reunieron para contarle sus historias. Cuando Don Pedro regresó, estaba emocionado por ver cómo habían crecido. Sin embargo, cuando escuchó la historia de Sofía, su expresión cambió.
"Sofía, hija mía, no puedes quedarte con lo que no has trabajado. Aunque hayas protegido tu moneda, no has hecho nada con ella. "Dijo, mientras miraba a sus hijos.
A continuación, Lucas y Julián se pusieron de pie y dijeron en coro:
"¡Papá, hemos trabajado duro! ¡Reemplazamos nuestras monedas!"
Don Pedro sonrió, orgulloso de sus hijos por haber multiplicado su dinero.
"¡Bien hecho, hijos! Ahora, Sofía, aunque hayas querido cuidar de tu dinero, lo más importante es aprender a hacer algo con él. No importa si es poco, lo importante es que tomes riesgos que te ayuden a crecer."
Sofía se sintió un poco triste al principio, pero luego comprendió la lección.
"No tengo mucho, pero puedo aprender a hacer algo con lo que tengo."
Entonces, Don Pedro les propuso algo interesante:
"Vamos a hacer un negocio en familia. Juntos, con el dinero que acumulamos, podremos crear una pequeña tienda en el pueblo."
Los tres hermanos se miraron y, llenos de energía, aceptaron la idea de su padre. Juntos, comenzaron a soñar y a planear, compartiendo las tareas y trabajando en conjunto. Al final, la tienda prosperó y Sophie usó su conocimiento para gestionar los ahorros, mientras Lucas y Julián continuaban creando productos para vender.
Así, Sofía aprendió que, aunque a veces lo que tenemos parece poco, siempre podemos encontrar una manera de hacerlo crecer, sobre todo si trabajamos juntos.
Desde entonces, los tres hijos, junto a su papá, compartieron el éxito de su tienda y vivieron felices en el pequeño pueblo, recordando siempre la valiosa lección de que la verdadera riqueza no está en la cantidad de monedas, sino en las acciones que tomamos y los lazos que creamos con los demás.
FIN.