Las Tres Niñas y el León de la Isla



Un día soleado, tres amigas, Lucía, Sofía y Valentina, decidieron explorar una pequeña isla misteriosa que habían visto desde la playa. Con sus mochilas llenas de snacks y una brújula que había pertenecido al abuelo de Lucía, abordaron un pequeño bote que encontraron en la orilla y remaron hacia la aventura.

Al llegar a la isla, se dieron cuenta de que estaba llena de árboles frutales, flores coloridas y sonidos de aves que nunca habían visto. Las chicas se miraron emocionadas.

"¡Miren cuántas cosas hermosas!" - exclamó Valentina, saltando de alegría.

"Sí, ¡esto es un sueño!" - dijo Sofía, tomando un mapa que estaba dibujado en el suelo de la isla con piedras.

"¡Vamos a explorar!" - sugirió Lucía, liderando el grupo hacia el interior de la isla.

Mientras caminaban, escucharon un rugido lejano que resonaba entre los árboles.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Valentina, con un poco de miedo.

"No te preocupes, seguro es solo el viento" - dijo Sofía, aunque también sentía curiosidad.

A medida que se adentraban más, el rugido se hizo más fuerte. De repente, se encontraron cara a cara con un imponente león que estaba acostado en un claro, disfrutando de la sombra.

Las niñas se quedaron paralizadas por un momento, pero Sofía, siempre la más valiente, se adelantó un poco.

"¡Hola, señor león! No queremos hacerte daño. Venimos en son de paz" - dijo, moviendo su mano suavemente.

El león, sorprendido, levantó la cabeza y las miró.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó con una voz poderosa pero amistosa.

"Somos Lucía, Sofía y Valentina, tres amigas que vinimos a explorar esta isla mágica" - explicó Lucía, sintiéndose más tranquila.

"Yo soy Leo, el guardián de esta isla. Muchos vienen aquí pero pocos entienden su magia. ¿Por qué han venido?" - dijo el león, estirando sus patas con gracia.

Las niñas se miraron entre sí y Valentina fue la primera en hablar.

"Queremos descubrir cosas nuevas y hacer amigos. Nunca habíamos visto un león en la vida real. ¡Eres increíble!" - exclamó.

Leo sonrió, complacido.

"Pueden quedarse, pero deben ayudarme. La isla se está llenando de basura que traen los barcos. Cada vez hay menos plantas y animales felices. ¿Quieren ayudarme a limpiar?" - propuso el león.

Lucía, Sofía y Valentina se miraron emocionadas.

"¡Sí!" - afirmaron al unísono.

Desde ese día, las niñas se convirtieron en amigas de Leo y comenzaron su misión. Pasaban horas recogiendo basura, aprendiendo sobre las plantas y los animales de la isla. Leo les enseñó cómo cuidar la naturaleza y reconocer las diferentes especies. Las niñas estaban maravilladas con todo lo que escuchaban.

Un día, mientras recogían basura cerca de la playa, Sofía dijo:

"¡Miren! Encontré algo brillante en la arena. ¡Es un trozo de vidrio! Este podría lastimar a los animales. Debemos asegurarnos de recogerlo".

"¡Genial observación, Sofía!" - dijo Valentina. "Siempre es importante estar atentas a nuestro entorno. Así ayudamos a todos".

Después de semanas de trabajo arduo y diversión, la isla comenzó a florecer de nuevo. Las flores eran más vibrantes, los pájaros volvían a cantar y hasta aparecieron algunos conejitos que habían desaparecido. El león se sentía orgulloso de sus nuevas amigas.

"Gracias, chicas. Ustedes han hecho de esta isla un lugar feliz de nuevo. Las puertas de la amistad siempre estarán abiertas para ustedes" - dijo Leo, agradecido.

Al despedirse de la isla, las tres niñas prometieron regresar y contarle a todos sobre su aventura y lo que aprendieron.

"Siempre podemos hacer la diferencia, por pequeña que sea" - afirmó Lucía, mientras remaban de regreso a casa.

"Y la magia de la amistad hace todo más especial" - concluyó Valentina sonriendo.

Las tres amigas se fueron felices, llevando consigo un recuerdo imborrable y la promesa de cuidar y proteger la naturaleza siempre.

Y así, cada vez que miraban hacia la isla desde la playa, sonreían, sabiendo que su amistad había hecho del mundo un lugar un poco mejor.

FIN.

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