Las Vacaciones de la Seño Carmen
Era el primer día del quinto curso y todos los chicos del cole estaban emocionados por el regreso a clases. La seño Carmen, una maestra divertida, había planificado algunas sorpresas para el inicio del año.
Cuando sonó el timbre, los estudiantes se agruparon cerca de la puerta del aula. La seño Carmen tenía en la mano una valija llena de cosas para compartir con sus alumnos.
"¡Hola, chicos! ¿Están listos para un año lleno de aventuras?" - dijo la seño con una gran sonrisa.
"¡Sí, seño!" - gritaron todos al unísono, aunque algunos todavía se sentían un poco tristes porque las vacaciones habían terminado.
La seño Carmen, con su espíritu alegre, decidió que ese día sería especial.
"Vamos a recordar nuestras vacaciones con un juego. Cada uno de ustedes presentará un objeto que haya traído de sus vacaciones y contará una anécdota divertida sobre él" - propuso.
Los chicos se miraron entre sí con emoción. Uno por uno, fueron sacando cosas de sus mochilas:
Julia sacó una concha brillante.
"¡Miren! La encontré en la playa y me la trajo una ola enorme" - dijo, y todos rieron al imaginar cómo una ola podría traer un tesoro.
Santiago mostró una pala de plástico.
"Con esta pala construí el castillo más grande en la arena, ¡pero un viento lo voló!" - dijo mientras gesticulaba como si aún pudiera ver ese castillo en su mente.
Clayton, un poco más tímido, sacó un libro.
"Yo fui a la montaña y leí mucho. Este libro es de aventuras y...." - se detuvo, recordando algo, "¡me dio ideas para hacer una fogata!"
Los chicos se entusiasmaron con la idea.
"¿Podemos hacer una fogata en clase?" - preguntó Joaquín, lleno de emoción.
"¿En clase? Herramientas, mapas y un momento especial... ¡me gusta la idea!" - dijo la seño Carmen, guiñando un ojo.
Después de la ronda de objetos, ella explicó su plan.
"Hoy haremos una ‘fogata’ pero con almohadones y mantas. Nos sentaremos en círculo y contaremos historias de nuestras vacaciones. ¡Quizás sea la primera de muchas fogatas de este año!"
Así que todos se pusieron a buscar almohadones y mantas. Crearon un ambiente acogedor en el aula. Cuando se acomodaron, la seño Carmen puso música suave.
"Bien, ahora, cada uno contará su historia como si estuviera en la fogata. ¡No olviden ser creativos!" - dijo la seño.
Los chicos comenzaron a contar: historias cómicas, aventuras inesperadas, algo que habían aprendido. Hacia el final, pasaron el ‘micrófono’ de peluche, donde todos imaginaban que la piedra rosada que se pasaban era una antorcha mágica del fuego.
Al finalizar las historias, la seño Carmen les dejó una misión:
"Quiero que cada uno cree una historia corta sobre su objeto, como si fueran personajes de un cuento. Al final del mes, haremos una lectura de cuentos, ¡será un momento fantástico!"
Los chicos, emocionados, se despidieron al finalizar la clase.
"¿Puedo traer más objetos la próxima clase?" - preguntó Valentina.
"¡Claro! Cuantos más tengamos, mejor será nuestra fogata. ¡Nos vemos mañana!" - respondió la seño Carmen, despidiéndose con la mano.
Cuando los chicos se marcharon, la seño Carmen sonrió, satisfecha con el primer día de clases. Había plantado la semilla de la creatividad y la amistad, que florecerían en las semanas siguientes.
Así comenzó el año en quinto curso, y lo que se convertirá en uno de los más memorables, donde cada día había algo nuevo que aprender y compartir. La seño Carmen sabía que una buena historia puede ser el inicio de grandes aventuras, ¡y eso es lo que hacer con el camino lleno de alegría y risas!
Cada semana, las historias y las risas en el aula crecían, y los alumnos empezaron a comprender la importancia de escuchar y valorar las historias de los demás. Todo gracias a la magia de la seño Carmen, quien había hecho que las vacaciones continuaran en su corazón, incluso durante los días de clases.
FIN.