Las vacaciones en la playa de Lorena y Francisco



Lorena y Francisco estaban muy emocionados porque por fin habían llegado las tan esperadas vacaciones. Decidieron ir juntos a la playa para disfrutar del sol, la arena y el mar. Llenaron su bolsito con protector solar, toallas, juguetes para la arena y muchas ganas de divertirse. Al llegar a la playa, corrieron emocionados hasta la orilla del mar.

Lorena, que siempre había querido aprender a nadar, decidió que este sería el momento perfecto para intentarlo. Francisco, que ya sabía nadar muy bien, se ofreció a enseñarle. Así que juntos se adentraron en el agua. Lorena al principio estaba un poco nerviosa, pero con la ayuda de Francisco fue tomando confianza y pronto estaba chapoteando feliz en el mar. '¡Lo estoy logrando, Francisco! ¡Estoy nadando!' exclamó Lorena emocionada. Francisco la miró con una gran sonrisa y le dijo '-Claro que sí, Lorena. ¡Lo estás haciendo genial!'

Mientras jugaban en el agua, vieron a un grupo de niños construyendo un enorme castillo de arena. Lorena y Francisco decidieron unirse a ellos y juntos crearon el castillo más grande que jamás habían visto. Fue tan divertido que se les pasó volando la tarde.

Al día siguiente, Lorena y Francisco decidieron explorar un poco más allá de la playa. Encontraron un pequeño sendero que los llevó a un hermoso bosque lleno de árboles y animales. Descubrieron un arroyo donde se detuvieron a descansar. Francisco sacó su libreta y lápices de colores y comenzó a dibujar el paisaje, mientras Lorena recogía piedras de colores y conchas marinas para llevar de recuerdo.

Después de un tiempo, regresaron a la playa, justo a tiempo para ver la puesta de sol. Se sentaron en la arena, abrazados, admirando el cielo lleno de colores naranjas, rosados y morados. Lorena susurró emocionada '-¡Es el atardecer más hermoso que he visto en mi vida, Francisco!' Francisco le sonrió y le respondió '-Sí, Lorena, es simplemente mágico.'

Lorena y Francisco regresaron a casa con el corazón lleno de hermosos recuerdos de su aventura en la playa. Aprendieron que juntos podían superar sus miedos, disfrutar de las actividades al aire libre y apreciar la belleza de la naturaleza. Y desde ese momento, cada vez que cerraban los ojos, podían volver a sentir la brisa del mar y el cálido sol en sus rostros.

FIN.

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