Las Vacaciones Sorprendentes de Quinto A



Era el primer día de clases después de las vacaciones y la emoción se respiraba en el aire de la escuela. Quinto A llegaba a su aula, ansioso por contar los momentos vividos en esos días libres. La maestra Carmen, conocida por su dulzura y entusiasmo, los recibió con una gran sonrisa.

"¡Bienvenidos de vuelta, chicos! ¿Cómo pasaron las vacaciones?" -preguntó la maestra, mientras acomodaba su un cuaderno en la mesa.

"Yo fui a la playa y jugué con mi perro todo el día" -dijo Lucas, levantando la mano emocionado.

"¡Yo fui a un camping! Hice una fogata y conté historias de miedo" -agregó Sofía, mientras los demás la miraban sorprendidos.

Cada niño compartía anécdotas divertidas hasta que fue el turno de Carmen.

"¿Y ustedes? ¿Qué hicieron?" -les preguntó ella, intentando darle un giro más educativo a la conversación.

Resignados a que el momento de que los interrumpa estaba cerca, comenzaron a escuchar lo que Carmencita les había preparado para ese día. Sin embargo, en ese mismo instante, el timbre sonó más fuerte que lo habitual, y algo raro comenzó a suceder: desde la ventana, empezó a entrar una luz brillante.

Los niños comenzaron a murmurar, intrigados.

"¿Qué es eso?" -preguntó Valentina, asomándose por la ventana.

"¡Es un globo!" -gritó Mateo mientras señalaba el cielo.

El globo de colores brillantes aterrizó justo en el patio del colegio. Carmen, curiosa, dijo:

"Voy a averiguar qué está pasando. Ustedes esperen aquí."

Saliendo al patio, Carmen se encontró con un pequeño duende que salía del globo.

"¡Hola! Soy Ruli, el duende viajero. He venido a traer la paz y colores al primer día de clases" -dijo, parpadeando.

Con alegría, los chicos se asomaron a ver lo que pasaba, mientras Ruli explicaba:

"Yo tengo un desafío para ustedes. Podrán elegir entre un día normal o una aventura llena de sorpresas. ¿Qué prefieren?".

Los niños se miraron entre sí y gritaron al unísono:

"¡Una aventura!"

El duende sonrió y agitó su varita mágica, haciendo ¡PUM! Y de repente, se encontraron en un bosque encantado lleno de criaturas mágicas.

"Tienen que ayudarme a recolectar tres colores mágicos que se han perdido en este bosque. Cada color les dará un poder especial y aprenderán algo nuevo en el proceso" -dijo Ruli.

Los chicos se emocionaron y comenzaron la búsqueda. El primer color, el rojo, estaba en la cueva de un dragón dormido.

"¿Qué hacemos?" -preguntó Sofía, nerviosa.

"Podemos hacer una canción para que se despierte cantando más suave" -sugirió Valentina.

Así, todos juntos comenzaron a cantar una hermosa melodía. El dragón despertó y, al escucharlos, sonrió y les regaló el color rojo.

"Ahora aprendieron a trabajar en equipo" -dijo Ruli, mientras todos se alegraban.

El segundo color, el azul, estaba atrapado en un lago encantado donde un pez mágico lo custodiaba.

"¡No podemos hacer ruido!" -murmuró Lucas.

"¡Yo puedo usar mi pelotita para distraerlo!" -dijo Mateo. Lanzó la pelota y el pez fue a buscarla.

Con sigilo, todos juntaron el azul y aprendieron a ser ingeniosos.

Finalmente, para el último color, el amarillo, debían resolver un acertijo de una tortuga sabio.

"¿Cuál es el signo de amistad?" -preguntó el anciano reptil.

Después de pensar un poco, Sofía iluminó el ambiente con una idea:

"La confianza y la alegría".

La tortuga, satisfecha, les dio el amarillo, explicándoles que la amistad es el más fuerte de los colores.

"¡Ahora son seres mágicos!" -dijo Ruli emocionado, mientras giraba sobre sí mismo con sus colores.

Satisfechos, los chicos y Carmen regresaron al aula.

"Fue una gran aventura" -dijo Valentina, aún con destellos en los ojos.

"Sí, y aprendimos lo importante que es trabajar juntos y ayudarnos" -agregó Lucas.

Finalmente, Ruli se despidió y, prometiendo que siempre estarían con ellos en espíritu, se adentró en su globo. Carmen miró a los chicos y dijo con cariño:

"Nunca olviden que la verdadera magia está en lo que aprendemos juntos".

Desde aquel día, Quinto A supo que cada regreso de vacaciones sería una oportunidad para crear nuevas aventuras. Y aunque la clase de la maestra Carmen siempre sería valiosa, sus corazones estaban llenos de alegría por las experiencias compartidas.

Así, la escuela nunca fue solo un lugar de estudios, sino un sitio lleno de alegría, magia y amistad.

FIN.

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