Las Valientes de la Historia
Era una tarde de primavera cuando abuela Clara se sentó en el viejo sillón de su sala, con dos de sus nietas, Lila y Sofía, acurrucadas a su lado. El sol se filtraba por la ventana, tiñendo el ambiente de un dorado cálido.
"¿Querés escuchar una historia sobre mujeres valientes?" - preguntó la abuela con una sonrisa cómplice.
"¡Sí!" - respondieron las niñas al unísono, con ojos brillantes.
"Empecemos desde muy, muy atrás, en tiempos donde las mujeres apenas podían trabajar fuera de casa..." - dijo abuela Clara, mirando por la ventana como si el tiempo pudiera volver.
"¿Y cómo hacían para trabajar, abuela?" - interrumpió Lila, mientras jugueteaba con su trenza.
"Las mujeres tejían, cocinaban y cuidaban a sus familias, pero muchas tenían un deseo ardiente de hacer más. En la Revolución Industrial, por ejemplo, miles de mujeres comenzaron a trabajar en fábricas, aunque les pagaban muy poco y trabajaban muchas horas. A pesar de eso, ellas lucharon por mejores condiciones..." - narró Clara mientras sus ojos se iluminaban con la emoción del relato.
"¿Y qué lograron?" - preguntó Sofía, inclinándose hacia adelante.
"Lograron organizarse, hacer huelgas y pedir que se respetaran sus derechos. Imagínense cómo se sentían, enfrentándose a jefes y patrones mientras defendían su lugar en el mundo laboral. Eso fue el principio, porque después vino el derecho a votar..." - agregó abuela Clara, mientras las niñas se miraban entre sí, sorprendidas.
"Es como en la historia de Matilde, la abogada que luchó para que las chicas pudieran estudiar en la universidad. Ella no se detuvo, enfrentó muchas murallas, pero nunca dejó de soñar" - siguió contando Clara.
"Pero, abuela, ¿no se dieron por vencidas en el camino?" - preguntó Lila, mientras acariciaba el cuello de su gato que estaba descansando sobre sus piernas.
"Claro que no. A pesar de que algunas enfrentaron situaciones muy difíciles, siempre había otras que continuaban luchando. A partir de ese momento, muchas comenzaron a abrirse camino en profesiones consideradas solo para hombres, como la medicina, la ingeniería y la política. ¡Miren! Hasta en el deporte se abrieron muchas puertas" - contestó Clara, mirando las fotos colgadas en la pared.
"Pero siempre hay mujeres que siguen luchando hoy en día..." - murmuró Sofía, pensativa.
"Así es, cariño. Uno de los pilares más importantes sigue siendo la lucha por la igualdad salarial. ¡Es increíble que a veces, aunque trabajen igual, las mujeres ganen menos que los hombres por el mismo trabajo!" - exclamó Clara con pasión, levantando un dedo como si estuviera dando una lección.
El viento sopló un poco más fuerte, atrayendo la atención de las chicas hacia el jardín lleno de flores.
"Abuela, ¿por qué crees que siguen luchando las mujeres hoy?" - preguntó Lila, mientras sumía su mirada en las flores.
"Porque aún hay mucho por hacer. Pero recordemos que no están solas, hay hombres también que apoyan la igualdad. La historia continúa, y cada una de nosotras puede ser parte de ella. Así que si alguna vez querés ser cualquier cosa, no dejes que nada te detenga. Siempre habrá un camino por recorrer" - explicó abuela Clara, con una mirada orgullosa hacia sus nietas.
"¡Voy a ser astronauta!" - gritó Sofía, levantando el puño al aire.
"Y yo quiero ser ingeniera" - dijo Lila con una gran sonrisa.
"Entonces, van por buen camino. Siempre miren hacia el futuro y nunca dejen de luchar por lo que quieren. Eso es lo que realmente hace a una mujer valiente" - concluyó abuela Clara.
Las niñas se abrazaron a su abuela, llenas de energía y sueños para el futuro. No solo habían escuchado una historia, sino que se habían empoderado con ella, listas para seguir el legado de aquellas valientes luchadoras que las precedieron.
FIN.