Las Valientes del Parque



Había una vez, en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un grupo de niñas que se llamaban Sofía, Valeria y Lila. Ellas eran las mejores amigas y compartían un montón de cosas: juegos, risas, y secretos. Sin embargo, había algo que les preocupaba: no querían salir a jugar al parque porque tenían miedo de que les pasara algo malo.

Una tarde, mientras jugaban en la sala de su casa, Valeria expresó su temor.

"Chicas, ¿no les parece que es peligroso salir? Siempre escucho historias de cosas que pasan en la calle..."

Sofía, que era la más aventurera, intentó tranquilizarlas.

"Pero Valeria, no todo es malo. Hay muchas cosas divertidas que podemos hacer afuera. Además, no queremos perder la posibilidad de ser libres y explorar."

Lila, que era la más cautelosa, estuvo de acuerdo pero dudó.

"Es cierto, pero a veces me asusta pensar en ello. ¿Y si algo malo pasa mientras estamos jugando?"

Las niñas continuaron hablando sobre sus miedos hasta que finalmente decidieron que tenían que hacer algo para superar su temor. Así que, con mucho esfuerzo, se comprometieron a salir al parque el próximo fin de semana junto a sus padres.

El día llegó, y las tres niñas estaban vestidas con sus mejores ropas. Sus padres las llevaron al parque, y aunque al principio estaban nerviosas, un rayo de luz brilló en sus corazones cuando vieron a otros niños jugando y riendo.

"Miren, ahí están los chicos jugando al fútbol. ¿Jugamos con ellos?" sugirió Sofía.

"No sé... y si no nos quieren..." dijo Lila con un tono de duda.

"No podemos quedarnos con miedo. ¡Vamos!" exclamó Valeria, emocionada.

Con un poco de valentía, se acercaron a los chicos. Cuando les preguntaron si podían jugar, los chicos sonrieron y dijeron que sí.

"¡Claro! Cuanto más, mejor. Todo el mundo es bienvenido a jugar, ¿verdad?" dijo uno de los chicos.

Así, Sofía, Valeria y Lila empezaron a jugar a la pelota. Podemos decir que hicieron un gol en equipo y se sintieron como verdaderas campeonas. Por primera vez en mucho tiempo, olvidaron por completo sus temores. Rieron, corrieron y disfrutaron de la libertad.

Después de un par de horas, se sentaron bajo un árbol a descansar y tomaron un poco de agua. Entonces, Valeria tomó la palabra.

"Chicas, estoy tan feliz de haber salido. El miedo se siente tan pequeño cuando estamos divirtiéndonos."

"Sí, y algo que aprendí es que si estamos juntas, podemos afrontar cualquier cosa," comentó Lila.

"Y podemos hablar con nuestros padres y aprender a cuidarnos mejor, más que mantenernos en casa por miedo," agregó Sofía.

Justo en ese momento, un adulto que estaba cerca escuchó la conversación y se acercó.

"Hola chicas, escuché lo que decían. Es muy importante salir y disfrutar del aire libre, pero también es fundamental conocer algunas reglas sobre seguridad. ¿Quieren que les cuente algunas?"

Las niñas asintieron emocionadas.

"¡Sí, por favor!" dijeron en coro.

El hombre les habló sobre la importancia de estar atentas a su alrededor, cómo identificar a una persona de confianza, y que siempre debían comunicar a un adulto cuando algo las hiciera sentir incómodas.

"Recuerden, siempre es bueno tener un plan en caso de que algo no salga como esperaban. Hacer un recorrido y saber a dónde pueden correr o a quién preguntar ayuda mucho. Pero la clave es no dejar que el miedo las detenga."

Las niñas agradecieron al hombre por sus consejos y volvieron a unirse a sus amigos para jugar nuevamente. Cuando llegó la hora de irse, estaban tan felices y llenas de energía que ya no querían volver a casa.

Mientras regresaban, Lila sonrió.

"No puedo esperar a contárselo a mis papás. Ahora entiendo que salir es parte de vivir nuevas aventuras."

"Y podemos hacer un grupo de chicas valientes para salir juntas cada semana," sugirió Valeria.

"Es una gran idea. Seremos las Valientes del Parque!" gritó Sofía emocionada.

Así fue como Sofía, Valeria y Lila aprendieron que enfrentar el miedo puede abrir las puertas a experiencias maravillosas. Desde ese día, se hicieron un propósito: nunca dejar que el miedo las frenara y siempre acompañarse entre ellas. Y claro, formar un grupo de amigas que cada semana disfrutaba al aire libre, llenándose de risas y creando recuerdos inolvidables.

FIN.

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