Las Valientes Diosas del Olimpo



Había una vez, en un mundo lleno de aventuras y magia, dos diosas muy especiales: Afrodita, la diosa del amor y la belleza, y Atenea, la diosa de la sabiduría y la guerra. Un día, un terrible dragón de tres cabezas apareció en el reino, amenazando a los habitantes y asustando a los animales del bosque.

"¡No podemos permitir que este dragón siga causando problemas!" - dijo Atenea, con su mirada decidida.

"Tenés razón, Atenea. Juntas podemos enfrentarlo. La valentía y la amistad son más poderosas que cualquier monstruo" - respondió Afrodita, llenando su voz de determinación.

Las dos diosas decidieron unirse y reunir a los habitantes del reino para eliminar al dragón. Mientras tanto, el dragón estaba ocupado en su cueva, esperando su próxima oportunidad para asustar a la gente.

Un día, Afrodita y Atenea se acercaron a la cueva del dragón. Cuando llegaron, el dragón les gritó:

"¡¿Qué hacen aquí, insignificantes criaturas? ! ¡Nadie puede derrotarme!" - retumbó su voz, resonando por toda la montaña.

"No somos insignificantes, somos diosas, y hemos venido a poner fin a tu reinado de terror" - dijo Atenea, alzando su escudo, brillante y fuerte.

"Amistad y amor son más poderosos que todas tus amenazas" - afirmó Afrodita, mientras llenaba el aire de dulzura.

El dragón, sorprendido por su valentía, decidió atacarlas. Pero Atenea, con su gran astucia, ideó un plan. En vez de pelear, hizo una trampa en el camino hacia la cueva, sabiendo que el dragón se creía invencible.

"Voy a llevarlo hacia el camino lleno de flores, donde seguro se distraerá" - susurró Atenea a Afrodita.

Y así lo hicieron. Cuando el dragón salió de la cueva, olfateó una dulce fragancia.

"¿Qué es ese aroma?" - dijo una de las cabezas, curiosa.

"¡Es un regalo de las diosas!" - exclamó la segunda cabeza, sintiendo la calidez del amor que emanaba de Afrodita.

Entonces, el dragón comenzó a seguir el aroma, sin darse cuenta de que Atenea lo guiaba hacia la trampa.

Una vez que el dragón se adentró al camino cubierto de flores, Atenea activó la trampa:

"¡Ahora!" - gritó, mientras Afrodita usaba su poder para que las flores crecieran y atraparan al dragón.

Sorprendido, el dragón intentó liberarse, pero no podía. Con la ayuda de la magia de Afrodita y la estrategia de Atenea, lograron mantenerlo a raya.

"¡Detente, dragón! No necesitamos pelear contigo. Si te dejamos libre, ¿prometés no asustar más a la gente?" - preguntó Afrodita, con su voz dulce.

El dragón, tocado por la bondad y la valentía de las diosas, aceptó.

"Lo prometo. Pero, ¿qué hare entre los humanos?" - preguntó el dragón, triste.

"Podés ayudarles, en vez de asustarlos. Con tu fuerza, podrías protegerlos de otros peligros" - sugirió Atenea, muy sabia.

Y así fue como el dragón, enseñado por las diosas, se convirtió en su aliado y protector del reino. Juntos, volaron hacia el cielo para visitar a Zeus, el rey de los dioses, quienes estaban muy orgullosos de la valentía y la compasión de Afrodita y Atenea.

"¡Bien hecho, valientes diosas!" - exclamó Zeus, con una gran sonrisa. "Han demostrado que el amor y la sabiduría pueden derrocar cualquier obstáculo. ¡Vengan, celebremos!" - y así, celebraron su victoria en el cielo, donde la amistad y el amor eran los verdaderos protagonistas.

Desde ese día, el dragón siempre cuidó del reino, y jamás asustó a nadie. Afrodita y Atenea se convirtieron en leyendas y enseñaron a todos que la valentía, la sabiduría y el amor pueden vencer cualquier mal. Y así, vivieron felices, abrazando las lecciones que habían aprendido, sobre el poder de la amistad y el entendimiento.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!