Las valientes exploradoras marinas



Había una vez cuatro amigas llamadas Gema, Irene, Rocío y Ana que decidieron pasar un día divertido en la playa. Llevaban sus toallas, sombrillas y juguetes para disfrutar del sol y el mar.

Cuando llegaron a la playa, se quitaron los zapatos y corrieron hacia el agua. Saltaron las olas y reían sin parar. Pero de repente, algo inesperado sucedió: vieron un tiburón nadando cerca de ellas.

Gema fue la primera en notarlo y gritó asustada: "¡Chicas! ¡Miren eso! ¡Es un tiburón!" Las demás voltearon rápidamente hacia donde señalaba Gema y quedaron petrificadas por el miedo. El tiburón se acercaba cada vez más, pero en lugar de atacarlas, nadó a su alrededor con curiosidad.

Rocío fue la primera en recuperarse del susto y dijo con voz temblorosa: "Tenemos que salir del agua ahora mismo. "Las chicas comenzaron a nadar frenéticamente hacia la orilla mientras el tiburón seguía observándolas desde lejos.

A medida que se alejaban del peligro, empezaron a calmarse un poco. Una vez fuera del agua, sentadas en la arena recuperando el aliento, Ana preguntó preocupada: "¿Qué hacemos ahora? No podemos dejar que ese tiburón arruine nuestro día.

" Irene tuvo una idea brillante. Se levantó emocionada y exclamó: "¡Vamos a investigar sobre los tiburones! Si conocemos más sobre ellos podremos entender cómo actúan. "Las chicas estuvieron de acuerdo con la propuesta de Irene y se dirigieron a la biblioteca local.

Allí encontraron libros y revistas que hablaban sobre los tiburones, su comportamiento y sus hábitats. A medida que leían, descubrieron que no todos los tiburones son peligrosos para los seres humanos.

Aprendieron también que ellos solo atacan cuando se sienten amenazados o confundidos. Con toda esta nueva información en sus mentes, las chicas sintieron una mezcla de curiosidad y valentía.

Decidieron volver a la playa al día siguiente para enfrentar su miedo y demostrarse a sí mismas que podían superarlo. Cuando llegaron nuevamente a la playa, se metieron al agua con cautela pero sin perder el entusiasmo. Esta vez observaron cómo los tiburones nadaban pacíficamente en su propio hábitat, sin prestarles atención.

Gema, Irene, Rocío y Ana lograron disfrutar del mar sin temor gracias a su valentía y conocimiento. Comprendieron que el miedo muchas veces es producto de la falta de información y que enfrentarlo puede llevarnos a vivir experiencias maravillosas.

Desde ese día en adelante, cada vez que visitaban la playa recordaban lo importante que era informarse antes de juzgar algo o alguien. Y así continuaron creciendo como personas sabias e intrépidas.

FIN.

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