Las Vellesas de mi Lindo Chile
En un pequeño pueblo del sur de Chile, donde el aire es puro y las montañas parecen abrazar el cielo, vivían un grupo de animales muy peculiares: las Vellesas. Estas simpáticas criaturas tenían un pelaje suave y brillante, un color que variaba entre el blanco y el negro, y eran conocidas por su amor al baile y la música.
Era un día soleado cuando las Vellesas decidieron organizar un gran festival de baile en la plaza del pueblo. Todos los animales del bosque estaban invitados, y por supuesto, los habitantes del pueblo también. Las Vellesas se juntaron para planear los detalles del evento.
"¡Vamos a hacer el mejor festival que este pueblo haya visto!" - exclamó Vella, la más anciana de todas, que siempre repartía sabiduría entre las más jóvenes.
"¡Sí! Habrá música, comida y muchos bailes!" - dijo Veloz, que era la más rápida de todas.
Sin embargo, había un pequeño problema. En el monte, justo enfrente del pueblo, vivía un lobo llamado Lobo Pinto. Era un lobo solitario, que nunca había sido invitado a ningún evento, y siempre miraba desde lejos con tristeza.
Una noche, mientras las Vellesas ensayaban su baile bajo la luna llena, Lobo Pinto escuchó la música y su corazón se llenó de curiosidad.
"¿Por qué no me invitan a bailar?" - se preguntó, sintiéndose más solo que nunca.
Las Vellesas, al escuchar el aullido del lobo, decidieron que debían hacer algo. No querían que nadie se sintiera excluido.
"Vamos a hablar con él" - sugirió Vella. "No podemos juzgarlo solo porque es un lobo. Tal vez le guste bailar tanto como a nosotras".
Entonces, se acercaron al monte y, un poco temerosas, tocaron la puerta de la cueva de Lobo Pinto. Cuando él salió, se sorprendió.
"¿Qué hacen aquí?" - preguntó Lobo Pinto, con voz áspera.
"Queremos invitarte a nuestro festival de baile. Todos los animales están invitados, y tú también" - respondió Vela, la más atrevida de las Vellesas.
Al principio, Lobo Pinto dudó.
"¿Pero no le temen a los lobos?" - preguntó, con un tono inseguro.
"No si tú no nos temes a nosotras" - respondió Vella con una sonrisa. "La música y el baile son para todos los que quieran participar".
Lobo Pinto sintió una especie de calor dentro de su pecho, algo que nunca había sentido. Decidió que era hora de dejar su soledad atrás.
El gran día llegó. La plaza estaba decorada con luces brillantes, y el aire estaba lleno de risas y música. Cuando Lobo Pinto apareció con un poco de nerviosismo, las Vellesas lo recibieron con aplausos.
"¡Bienvenido, Lobo Pinto!" - gritaron. "¡Ven a bailar con nosotras!".
Y así fue como el lobo se unió a las Vellesas en su festival. Todos los animales comenzaron a danzar, dejando de lado sus miedos y prejuicios. Hasta los habitantes del pueblo se unieron al baile, riendo y disfrutando.
Con cada paso, Lobo Pinto se sintió más libre, y las Vellesas demostraron que la música puede unir incluso a los que parecen diferentes. Al final de la noche, Lobo Pinto se convirtió en un amigo de las Vellesas y les prometió que siempre las acompañaría en sus futuras fiestas.
Desde aquel día, las Vellesas y Lobo Pinto organizaron juntos festivales, y la soledad del lobo se desvaneció. Aprendieron que, a veces, hay que salir de nuestra zona de confort y abrir las puertas a la amistad. Las diferencias podían ser hermosas, y que el amor por la música y el baile eran un lenguaje que todos podían entender.
Y así, en ese pequeño pueblo del sur de Chile, las Vellesas y su amigo Lobo Pinto demostraron que con un poco de amor y aceptación, el mundo puede ser un lugar más alegre y unido.
FIN.