Las Verduras Mágicas de Teresa
Había una vez en un pequeño pueblo una niña llamada Teresa. Teresa tenía una gran pasión: ¡los dulces! Desde caramelos explosivos hasta tortas decoradas, no podía resistir la tentación de probar cada nuevo dulce que encontraba. Sin embargo, había algo que Teresa menospreciaba: las verduras. "¡Yuck!" - solía decir Teresa. "No entiendo cómo a alguien le pueden gustar esas cosas verdes y feas. ¡Prefiero un buen alfajor!".
Sus padres, preocupados por su alimentación, decidieron hablar con ella. "Teresa, querida, las verduras son importantes para tu salud. Te hacen crecer fuerte y te dan energía para jugar!" - le explicaba su mamá. "Además, hay verduras que son muy ricas, como la zanahoria y el brócoli!".
Pero Teresa no estaba convencida. Un día, mientras paseaba por el mercado, vio un puesto que no había notado antes. Tenía un letrero que decía "Verduras Mágicas". Curiosa, se acercó. Allí, un anciano de barba larga y blanca la miró con una sonrisa. "Hola, pequeña. ¿Te gustaría probar mis verduras mágicas?" - dijo el anciano.
"¿Verduras mágicas? Nunca he oído hablar de eso. ¿Qué tienen de especiales?" - preguntó Teresa, intrigada.
"Estas verduras son diferentes a las demás. Si las comes, te otorgarán poderes especiales. Pero hay un truco: debes comerlas junto con algún dulce favorito!" - explicó el anciano.
"¿De verdad?" - exclamó Teresa, emocionada. No podía creer que existieran verduras con poderes mágicos. Entonces, decidió probarlas. Elegió una zanahoria brillante y un poco de dulce de leche. Al morder la zanahoria, su boca se llenó de una mezcla de sabores tan ricos que no pudo evitar sonreír. Y justo en ese momento, ¡algo increíble sucedió! .
De repente, empezó a sentir que podía saltar más alto, correr más rápido y su energía era inagotable. "¡Esto es asombroso!" - gritó Teresa. El anciano rió y le dijo:
"Las verduras tienen poderes, pero sólo cuando les das una oportunidad. Recuerda que son también muy ricas cuando las combinas con lo que te gusta!".
Desde ese día, Teresa comenzó a incorporar verduras en su dieta, combinándolas con un mediador de sus dulces. Comía zanahorias con galletitas y espinacas con un poquito de chocolate. ¡Todo era delicioso! Sus amigos comenzaron a notar los cambios en su energía y su alegría.
Un día, Teresa decidió organizar una fiesta. Invitó a todos y preparó una mesa llena de dulces y un colorido buffet de verduras.
"¡Miren lo que hice!" - exclamó. "Son verduras mágicas. ¡Las probé y me hicieron sentir increíble!".
A sus amigos les intrigó la idea, así que decidieron probar. Uno a uno, comenzaron a comer, riéndose y disfrutando de las combinaciones sorprendentes. "¡No puedo creer que estos palitos de apio con crema de chocolate sean tan ricos!" -dijo uno de sus amigos. "Y esta ensalada de frutas con espinaca es deliciosa!" - agregó otro.
La fiesta fue un éxito rotundo, y a partir de ese día, las verduras mágicas formaron parte de las meriendas después del colegio. Teresa había aprendido una gran lección: lo que parecía malo al principio, a veces podía ser maravilloso si le daba una oportunidad.
Y cada vez que disfrutaba de sus dulces favoritos, nunca olvidaba ponerle un toque de verduras en su comida. "Las verduras son mágicas" - decía Teresa a todos. "¡Y son mucho más deliciosas de lo que imaginé!".
Y así, Teresa se convirtió en la niña más saludable y feliz del pueblo, y nunca dejó de compartir su descubrimiento con otros. Las verduras mágicas de Teresa no solo cambiaron su vida, sino también la vida de sus amigos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.