Las Verduras Perdidas
En un jardín mágico donde las verduras crecían más grandes que los sueños, vivían Pepi, una zanahoria valiente, y Lila, una lechuga curiosa. Juntas, exploraban el jardín todos los días, descubriendo nuevos sabores y colores. Sin embargo, un día, se dieron cuenta de que algunas verduras del jardín estaban desapareciendo.
"¿Viste que algunas de nuestras amigas ya no están?", preguntó Lila con preocupaciones en sus ojos verdes.
"Sí, y no solo eso. Parece que se las lleva un grupo de niños que pasan cada tarde por el jardín. ¡Debemos averiguar qué está sucediendo!", respondió Pepi con determinación.
Ambas decidieron seguir a los niños un día. Se escondieron detrás de un arbusto y observaron cómo se llevaban las verduras a sus casas.
"¿Por qué se llevan a nuestras amigas hacia sus casas?", preguntó Lila, un poco más tranquila.
"Tal vez no saben lo ricas y saludables que son, Lila", sugirió Pepi, con una idea brillante en su mente.
De repente, un niño llamado Lucas tomó a Lila por su tallo.
"¡Esta lechuga se ve muy fresca!", dijo emocionado.
"¡Espera!", gritó Lila. La idea de ser comida la asustó, pero tenía que actuar.
"Si me llevas a tu casa, te prometo que te haré muy feliz. Pero primero, ¡déjame hablar con mis amigas!"
Lucas, sorprendido, dejó a Lila en el suelo.
"¡No puedo hablar con verduras!", se rió, pensando que era un juego.
"¡Pero soy más que solo una lechuga! Soy parte de una gran aventura que puede cambiar cómo comemos. ¡Voy a enseñarles sobre los alimentos saludables!"
Los otros niños se acercaron.
"¿Cómo puede hablar?", preguntó Ana, confundida.
"Soy Lila, y con mis amigas te mostraremos la importancia de comer verduras. ¡En la cocina no solo somos ingredientes, somos alegría y salud!"
Los niños se quedaron boquiabiertos. Lucas finalmente comprendió.
"¿Y si hacemos un club de verduras?", sugirió.
"¡Eso sería genial! Podemos aprender recetas para hacer comidas ricas y saludables con nuestras amigas!", sugirió Pepi, quien no estaba lejos de ahí.
Los niños, ahora emocionados, comenzaron a hacer preguntas sobre cómo cocinar y lo que podían preparar con ellas.
"¿Y por qué son tan importantes las verduras?", preguntó Tomás, curioso.
"Las verduras son superpoderosas. Nos dan energía y nos ayudan a ser fuertes. ¡Además, pueden ser deliciosas en ensaladas, sopas y más!", respondió Lila, saltando de alegría.
"¡Y no solo eso! -intervino Pepi- Nos ayudan a mantener el estómago feliz y a sentirnos bien!"
Los niños decidieron organizar una fiesta en el jardín, donde cada uno traería una verdura y aprenderían a cocinar juntos.
"¡Vamos a hacer el mejor guiso del mundo!", exclamó Ana emocionada.
El día de la fiesta, el jardín estaba lleno de risas y colores.
"Mira, este es mi amigo Tomás, tiene tomates. ¡Se unirá a nuestro grupo!" dijo Pepi mientras señalaba a un nuevo amigo.
"¡Y yo tengo espinacas! ))), gritó otro niño.
El grupo de niños preparó una gran comida llena de amor y verduras frescas. Se sentaron juntos en el césped, degustaron sus platillos y compartieron risas.
"¡Esto está increíble! Nunca supe que las verduras podían ser tan ricas", dijo Lucas mientras probaba el guiso de Pepi.
Desde aquel día, las verduras ya no se perdían. Los niños aprendieron a amarlas y cuidarlas, además de hacerse amigos de cada una.
"¡Y cada vez que hagamos nuestras comidas, estaremos haciendo magia en la cocina!", celebró Lila, feliz de haber encontrado un lugar especial entre los niños.
Así, Lila y Pepi se convirtieron en las guardianas del jardín y de dos grupos de amigos que compartían sabores, colores y mucha diversión.
Aprendieron que las verduras no solo estaban para ser vistas, sino también para ser queridas y comidas de manera saludable.
"¡Juntos haremos del mundo un lugar más sabroso!", finalizaron todos en un gran grito de alegría.
Y así, cada tarde, las verduras y los niños se reunían para explorar nuevas recetas, transformando su jardín en un lugar mágico donde la amistad y la alimentación saludable florecían en cada rincón.
FIN.