Las Visitas Inesperadas de Juanito el Fantasma



En un pueblito pequeño, donde las nubes casi siempre eran de algodón y los árboles jugaban a ser gigantes, vivía un fantasma llamado Juanito. No era un fantasma cualquiera; a Juanito le encantaba jugar, reír y hacer nuevos amigos. Pero había un pequeño detalle: él era un fantasma y, por lo tanto, era un poco difícil de ver.

Un día, mientras estaba en su casa, decorada con telarañas en las esquinas y luces que parpadeaban, Juanito decidió que quería tener una fiesta. "Voy a invitar a todos mis amigos - dijo en voz alta mientras volaba de emoción.- Seguro que se divertirán mucho."

Empezó a pensar en cómo invitar a todos. Como no era fácil ser visto, se le ocurrió una idea: ¡escribir cartas! Con una pluma y una hoja de papel, Juanito escribió:

"Queridos amigos, están invitados a mi fiesta en la casa del bosque encantado, este sábado a las cinco en punto. Habrá juegos y una rica torta de calabaza. No se lo pierdan!"-

Juanito, con mucho cuidado, lanzó las cartas en el aire y las dejó volar hacia donde creía que estaban sus amigos. Sin querer, una de las cartas aterrizó en el jardín de Doña Lila, la jardinera del pueblo, quien la encontró mientras cuidaba sus preciosas flores.

"¡Qué cosa más extraña! - exclamó Doña Lila al leer la carta.- Un fantasma festejando en el bosque encantado. ¡Esto suena muy divertido!"

Impulsada por la curiosidad, Doña Lila decidió que asistiría a la fiesta. Esa noche, Juanito estaba ansioso por el sábado y su corazón fantasmal latía de emoción. Pero, ¿quién podría haberlo esperado? Cuando llegó el gran día, comenzó a notar que su casa estaba llena de un silencio extraño. "Quizás nadie venga..."- pensó con un tono triste.

Justo cuando empezaba a desanimarse, escuchó un pequeño ruido en la puerta. "¡Toc, toc!"-

"¿Quién puede ser?"- se preguntó Juanito mientras flotaba hacia la puerta. Al abrirla, encontró nada menos que a Doña Lila, y detrás de ella, a sus amigos más pequeños: los niños del pueblo.

"¡Hola, Juanito! - gritaron a coro mientras entraban al jardín.- ¡Estamos listos para la fiesta!"

Juanito quedó sorprendido y encantado. "¡Sí! ¡Parece que todos han venido! -contestó felizmente.- ¡Bienvenidos a mi casa!"

La fiesta comenzó, y los niños se rieron mientras jugaban a las escondidas entre los árboles. Juanito, con su habilidad de fantasma para desaparecer y aparecer, se convirtió en el mejor jugador del juego. Todos querían encontrarlo, y él disfrutaba de cada momento.

Después de jugar, llegó el momento de la torta. Juanito la presentó con una reverencia elegante. "¡Aquí está la torta de calabaza! -exclamó.- ¡Espero que les guste!"-

Al probarla, los niños aplaudieron. "¡Es la mejor torta del mundo! -gritó Tomás, uno de los niños del pueblo.- Juanito, ¡eres un gran chef!"-

La fiesta se estaba llenando de alegría, pero entonces, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar, y una nube oscura cubrió el cielo. "¡Oh no! -exclamó Doña Lila.- Parece que una tormenta se acerca."

Los niños comenzaron a asustarse. Juanito, un poco preocupado también, decidió actuar. "No se preocupen, amigos. Si trabajamos juntos, podemos divertirnos hasta que la tormenta pase. ¡Formemos una gran tienda con las sábanas!"-

Los niños se miraron sorprendidos al escuchar a Juanito. Rápidamente, con ayuda de Juanito y algunas luces que él encendía, comenzaron a armar una tienda de campaña improvisada. Las risas llenaron el aire mientras todos colaboraban.

Una vez que la carpa estuvo lista, se acomodaron dentro y comenzaron a contar historias. Juanito, utilizando su magia, hizo que algunas luces titilantes aparecieran sobre ellos, creando estrellas en el interior de la carpa.

"¡Miren, estrellas! -dijo Juanito dando su mejor voz de narrador.- Ahora contemos historias de aventuras en el cielo."

La tormenta pasó, y cuando el cielo se despejó, una hermosa luna llena brillaba. Los niños salieron de la tienda y admiraron el espectáculo. "¡Miren qué hermosa está la luna! -gritó Sofía.- ¡Gracias, Juanito, por hacer de este día algo realmente especial!"-

Juanito sonrió. Se dio cuenta de que las visitas inesperadas habían llenado su casa de alegría y que, a pesar de todo, lo importante era compartir momentos con quienes apreciamos. La noche terminó con risas, magia y un gran abrazo grupal.

Al final, Juanito quedó agradecido por tener amigos tan valiosos que lo aceptaron por lo que era: un fantasma amable con un corazón lleno de luz. "Siempre habrá un lugar para todos en mi casa -dijo- porque juntos hacemos la mejor de las fiestas."-

Y así, el pueblo aprendió que a veces las visitas inesperadas pueden traer la mayor de las alegrías.

Los días siguieron, y Juanito se convirtió en el mejor anfitrión del pueblo. Nunca olvidó que lo más valioso es la amistad y que abrir las puertas de su hogar era abrir un mundo lleno de diversión y amor.

FIN.

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