Las Vocales en el Bosque Mágico
Había una vez un día soleado en el que las vocales, A, E, I, O, U, decidieron hacer un picnic en un bosque mágico. Equipadas con manteles de colores y canastas llenas de delicias, se pusieron en marcha. A, la más aventurera, lideraba la fila.
"¡Vamos, amigas! ¡Este será un día fantástico!" - exclamó A, sonriendo de oreja a oreja.
Mientras caminaban, se encontraron con un árbol altísimo y un poco extraño. Su tronco era multicolor y sus hojas brillaban como joyas.
"¡Miren eso!" - dijo E, asombrada.
"¡Es hermoso!" - respondió I, tocando una hoja.
De repente, escucharon un susurro.
"¡Bienvenidas al Bosque de las Vocales!" - dijo una voz melodiosa. Apareció un pequeño duende llamado Tili, con un gorro de estrella y una sonrisa pícara.
"Soy el guardián de este bosque y puedo ayudarles a vivir muchas aventuras. Pero..." - continuó Tili "hay una condición. Deben encontrar el misterio del Canto Perdido, un eco mágico que trae alegría. ¿Se animan?"
Las vocales se miraron emocionadas.
"¡Sí!" - gritaron al unísono.
Tili les explicó que el eco mágico estaba guardado por un monstruo amistoso llamado Roloso, que vivía en una cueva cerca del río.
"No se preocupen, Roloso no es peligroso, solo es un poco tímido y le gusta esconderse. ¡Y le encanta jugar a las adivinanzas!"
"¿Adivinanzas? ¡Eso suena divertido!" - dijo U, mientras saltaba de alegría.
Las vocales se adentraron en el bosque, siguiendo a Tili. Pronto llegaron a la cueva oscura y misteriosa. De dentro salió un rugido suave.
"¡Hola! Soy Roloso, el monstruo de la cueva. ¿Quiénes son ustedes?"
Las vocales, un poco asustadas pero decididas, se presentaron.
"Nosotras somos A, E, I, O, U. Venimos a buscar el Canto Perdido. ¿Nos ayudarías?"
Roloso, al ver a las vocales, sonrió.
"Me encantaría ayudar, pero primero deben resolver una adivinanza. ¡Si la aciertan, les contaré el secreto del Canto Perdido!"
Las vocales se pusieron en círculo, listas para oír la adivinanza. Roloso comenzó:
"En el cielo brillo y en la noche me ves. Soy único y bonito, ¿quién soy, a ver?"
Después de pensar un rato, I gritó:
"¡Eres una estrella!"
Roloso aplaudió "¡Correcto! Aunque adivinar es divertido, no olviden que cada respuesta es única, como cada uno de ustedes."
Las vocales, animadas, continuaron.
"¿Tienes otra?" - preguntó A.
Roloso se rascó la cabeza y sonrió.
"Claro, aquí va: En el suelo nací, pero al cielo quiero ir. No tengo pies, pero camino. ¿Qué soy yo?"
Esta vez, U fue la primera en saltar:
"¡Eres una planta!"
"¡Exacto!" - dijo Roloso, emocionado.
"¡Ustedes son muy inteligentes! Esto será más fácil de lo que pensé.
Después de varias adivinanzas, Roloso decidió compartir su alegría con las vocales.
"El Canto Perdido lo guardé porque temía que nadie lo valorara. Pero ahora veo que Uds. comprenden que lo importante es compartir la felicidad."
"¿Cómo se comparte?" - preguntó E
"Con música y risas, ¡ahora escuchen!" - respondió Roloso y comenzó a cantar una canción mágica que resonó en todo el bosque.
Las vocales, inspiradas, se unieron al canto, creando una melodía hermosa que llenó el aire con energía positiva.
"¡Lo logramos!" - gritaron todas juntas, mientras el bosque resonaba con el eco de su alegría.
"Gracias, Roloso. ¡Tú eres el guardián del Canto Perdido!" - exclamó O
"Y nunca olviden: siempre es mejor compartir la alegría. ¡Vaya a donde vayan, lleven siempre el canto en el corazón!" - dijo Roloso animadamente.
De regreso al claro, las vocales se sintieron felices, cada una sabiendo que su fuerza estaba en ser parte del grupo. Sus diferencias las hacían especiales y les permitían vivir grandes aventuras.
Al terminar el día de campo, mientras recogían todo, compartieron nuevas risas y anécdotas. Nunca olvidaron su día en el bosque, ni a su nuevo amigo Roloso. Desde ese día, decidieron ir cada año a visitar el bosque mágico y recordar que siempre que unieran sus voces, lograrían grandes maravillas.
Y así, las vocales aprendieron que la amistad y la cooperación son la clave para superar cualquier desafío.
FIN.