Las Vocales y la Fiesta de Estrellas
Había una vez en el colorido país de las letras, un grupo de vocales: A, E, I, O y U. Ellas eran grandes amigas y siempre estaban dispuestas a pasar un buen rato juntas. Un día, mientras jugaban a saltar en un charco de colores, A dijo:
- ¡Chicas, se acerca un día especial! ¡Es el cumpleaños de Jesús!
- ¡Hurra! -gritaron las demás vocales-. ¿Cómo vamos a celebrarlo?
- ¡Hagamos una fiesta! -propuso E, emocionada-.
- Pero, ¿qué tipo de fiesta? -preguntó I, rascándose la cabeza.
Las vocales se reunieron para pensar en grandes ideas.
- ¡Pongamos luces por todo el lugar! -sugirió O.
- Y, además, podemos cantar canciones y hacer una decoración brillante -dijo U, saltando de alegría.
- Pero, ¿quién nos ayudará a hacer todo esto? -se preocupó A.
De repente, una estrella brilló intensamente en el cielo, y de ella descendió un pequeño ángel llamado L.
- ¡Hola, vocales! -dijo L con una sonrisa-. ¿Puedo ayudarles a organizar la fiesta?
- ¡Sí, por favor! -gritaron al unísono las vocales-. Pero necesitamos muchas cosas.
- No se preocupen -respondió L-. Ahí van las ideas. Cada una de ustedes puede contribuir con algo especial.
Así que cada vocal decidió aportar su propia magia a la celebración. A dijo:
- Yo haré una tarta de manzanas.
Y E exclamó:
- Yo traeré un delicioso helado de frutas.
I, siempre imaginativa, dijo:
- ¡Yo haré postales para que todos escriban sus deseos!
O, muy creativa, añadió:
- Yo me encargaré de las serpentinas y de las luces.
Y U, contenta, dijo:
- ¡Yo cantaré canciones alegres para todos!
Las vocales fueron trabajando con entusiasmo, pero algo extraño sucedió. Mientras estaban decorando, notaron que la tarta de A no crecía.
- ¿Qué pasa, A? -preguntó E.
- No sé, no puedo hacer que la tarta suba -susurró A, frustrada.
- ¡No te preocupes! -dijo el ángel L-. Solo necesitas agregar un poquito de amor.
Sin pensarlo, A cerró los ojos, pensó en lo feliz que quería hacer a todos, y de repente, ¡la tarta comenzó a crecer!
- ¡Miren! -gritó O con asombro-. ¡Es mágica!
Mientras tanto, E enfrentaba un problema: el helado no se congelaba.
- ¡Ay, ¿qué voy a hacer? ! -se lamentó.
- ¡Recuerda, todo es posible con amor! -le dijo L.
Así que E le puso todo su cariño al helado, y en un instante, se convirtió en el más delicioso y cremoso helado de frutas que jamás nadie había probado.
Finalmente, llegó el día de la fiesta, y todo estaba listo. Las vocales se pusieron sus mejores trajes. Se encendieron las luces, se decoraron con serpentinas brillantes, y comenzaron a cantar.
- ¡Feliz cumpleaños, Jesús! -cantaron todos juntos, mientras las estrellas parpadeaban en el cielo.
Y en ese momento, incluso las vocales se sintieron un poco más especiales, porque entendieron que su amor y esfuerzo podían hacer de cualquier celebración un momento maravilloso.
- ¡El amor siempre brilla! -dijo U riendo.
- Y nos une a todos -añadió A, muy contenta.
La fiesta fue un éxito total y las vocales aprendieron que con amor, todo es posible. Desde aquel día, cada vez que se acercaba un cumpleaños especial, recordaban hacer algo mágico juntos, y así, las vocales vivieron felices y unidas, siempre celebrando la alegría de ser parte de algo más grande.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.