Las Voces del Pueblo



En un pintoresco pueblo llamado Arcoiris, vivían dos niñas inseparables: Sofía y Alicia. Ambas compartían un sueño grande y brillante: ser cantantes y llevar su música a todo el mundo. Siempre que se encontraban, los días se llenaban de melodías y sonrisas.

Una tarde, mientras paseaban por el parque del pueblo, Sofía le dijo a Alicia:

"¡Alicia! ¿Te imaginas cantar frente a un montón de personas? Sería increíble."

"Sí, Sofi. Pero, ¿y si nunca nos escuchan? ¿y si no somos suficientes?" preguntó Alicia, algo insegura.

"¡No digas eso! Lo más importante es intentarlo. Tenemos que mostrar lo que somos, ¡nuestras voces!" animó Sofía.

Un día, mientras practicaban en el patio de su casa, se enteraron de un concurso de talentos que se llevaría a cabo en la ciudad. Las chicas estaban emocionadas pero también un poco nerviosas.

"¿Y si no nos eligen?" dijo Alicia, mordiéndose las uñas.

"Hay que darlo todo. Peor sería no intentar y quedarnos con la duda. Además, si no ganamos, siempre será una experiencia increíble. ¡Vamos por ello!" respondió Sofía, llena de ánimo.

Así que comenzaron a practicar todos los días. Elegían canciones que les gustaban y las ensayaban una y otra vez. Sin embargo, un día, mientras ensayaban, una tormenta estalló repentinamente, haciendo que se apagaran las luces de su casa. Las chicas, eso sí, habían previsto una linternita entre sus herramientas de ensayo.

"Mirá, Sofi. ¡Es como si el cielo nos diera una señal!" dijo Alicia apuntando hacia el cielo.

"¡Eso significa que nuestra música puede brillar incluso en la oscuridad!" agregó Sofía con una sonrisa.

El día del concurso llegó y el escenario estaba repleto de niños y adultos. El comité organizador empezó a presentar a los participantes y una mezcla de nervios y emoción invadía el aire. Sofía y Alicia miraron a su alrededor, sintiendo cómo sus corazones latían al compás de la música.

Cuando fue el turno de las chicas, se tomaron de las manos y se miraron con complicidad. Subieron al escenario y, al ver el público, un mar de rostros expectantes, se olvidaron de su miedo.

"¡Hola a todos! Somos Sofía y Alicia, y vamos a cantar una canción que hemos compuesto nosotras mismas. ¡Esperamos que les guste!" exclamó Sofía, mientras el público aplaudía.

Así, comenzaron a cantar con todo su corazón. La melodía salía de sus labios como si todas las estrellas del cielo se unieran en una sola canción. El ritmo vibraba en el aire, y los escuchas contagiados comenzaban a moverse al compás.

Sin embargo, en medio de la actuación, algo inesperado ocurrió. La guitarra de su acompañante se desafinó, y un murmullo recorrió al público. Alicia, viendo la preocupación en el rostro de Sofía, improvisó:

"¡Sigamos! ¡Que no importa si la guitarra suena rarísimo, porque lo que importa es la música que llevamos en el corazón!".

Con esa frase, las dos volvieron a concentrarse y continuaron cantando. La improvisación fue tan positiva que las risas y los aplausos empezaron a retumbar en el recinto. Cuando terminaron, el público se puso de pie para aplaudir.

Al finalizar el concurso, el jurado dio los resultados. Cada chica y chico brilló, pero cuando anunciaron que Sofía y Alicia habían ganado un especial reconocimiento por su valentía y creatividad al improvisar, no podían creerlo.

"¡Lo hicimos, Sofi! Ganamos un reconocimiento por nuestra creatividad y valentía. Aunque no ganemos el primer premio, este momento vale oro" exclamó Alicia, con lágrimas de felicidad.

"Sí, y lo más importante fue disfrutar y compartir nuestro amor por la música. Desde ahora, cualquier cosa es posible si seguimos soñando juntas" dijo Sofía, con una sonrisa en el rostro.

Así, las voces de Sofía y Alicia resonaron no solo en el pueblo de Arcoiris, sino en sus corazones, y cada día se esforzaron más por perseguir su sueño de ser cantantes en el escenario del mundo. La vida está llena de sorpresas, y lo mejor que se puede hacer es enfrentarlas con valentía y amistad.

Con el tiempo, las niñas aprendieron que la música va más allá de ganar premios, es un lenguaje universal que une a la gente y llena de alegría el alma. ¡Y así es como un pequeño pueblo puede soñar en grande!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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