Las zancadillas de Tobías



Era un día soleado en la escuela primaria y los niños de cuarto grado estaban en el recreo. Entre ellos se encontraba Tobías, un niño con una energía desbordante y una risa contagiosa. Pero, había algo que no estaba bien. Tobías, en lugar de jugar al fútbol o saltar la cuerda, se dedicaba a hacerle zancadillas a sus compañeros.

Un día, mientras todos jugaban en el patio, Tobías vio a su compañero Lucas que corría hacia la pelota. Sin pensarlo dos veces, se acercó y le hizo una zancadilla. Lucas cayó al suelo con un gran '¡Ay!'.

- “¿Por qué me hiciste eso, Tobías? ” - preguntó Lucas mientras se limpiaba la tierra de las manos.

- “Era solo un juego. ¡Divertido, ¿no? ! ” - respondió Tobías riendo.

Lucas no estaba muy feliz con la broma y decidió ir a contárselo a la maestra. Mientras tanto, las zancadillas de Tobías continuaron, y aunque algunos se reían, otros se sentían molestos.

Esa tarde, una niña llamada Sofía, que siempre había sido amiga de Tobías, se acercó a él con una expresión seria.

- “Tobías, no está bueno eso que haces. La gente se puede lastimar y no se siente bien.” - le dijo Sofía.

- “Pero yo solo quiero divertirme, Sofía. Es solo un juego.” - replicó Tobías.

Sofía pensó en cómo hacerle entender sin enojarse. Entonces se le ocurrió una idea.

- “¿Te gustaría jugar a un juego nuevo? Uno en el que no hay zancadillas, pero sí mucha diversión. Se llama 'El juego de las amistades'.” - le sugirió.

Curioso, Tobías aceptó probar. Sofía explicó las reglas:

- “En este juego, todos deben pasarse una pelota sin dejar que caiga al suelo. Si alguien la deja caer, debe decir algo bueno sobre una de las personas que lo rodean.”

Tobías pensó que sería fácil. Comenzaron a jugar y, al principio, se sentía un poco incómodo. La pelota volaba de mano en mano, y aunque no era como hacer zancadillas, se estaba divirtiendo.

Cuando alguien dejó caer la pelota, un niño llamado Mateo se sonrojó y dijo:

- “Me gusta que Tobías siempre lo intenta, aunque a veces se le escape la pelota.” - provocando risas entre los demás.

La opinión de Mateo hizo que Tobías se sintiera bien, pero no solo eso: poco a poco se dio cuenta de que en este juego no solo aprendían a jugar, sino también a fomentar la amistad y el buen trato.

Con el correr de los días, Tobías empezó a dejar las zancadillas y a unirse a otros juegos que lo hacían sentirse mejor. Un día, su maestra les planteó un desafío:

- “En la clase de este viernes, tendrán una competencia entre equipos. El equipo que demuestre más compañerismo y trabajo en equipo será el ganador.” - anunció.

Tobías se sintió emocionado. Se formaron equipos, y él se sintió parte de algo grande. Con la ayuda de sus amigos, se esforzaron en trabajar juntos, usando las habilidades que habían aprendido en 'El juego de las amistades'.

El día de la competencia, el equipo de Tobías mostró una gran cohesión. Al final, no solo ganaron el primer lugar, sino que también se sintieron orgullosos de haber trabajado en equipo.

- “Gracias, Sofía. Ahora veo que hay muchas formas de divertirse y que hacer zancadillas no es una de ellas.” - le dijo Tobías a su amiga.

- “Siempre será más divertido jugar juntos que hacernos zancadillas, Tobías.” - respondió Sofía, sonriendo.

Desde ese día, Tobías decidió dejar las zancadillas de lado y concentrarse en construir amistades en lugar de hacer caer a sus amigos. Su risa siguió resonando en el patio, pero ahora era por las nuevas aventuras y juegos que compartía con todos, y así aprendió que hay muchas formas de jugar y divertirse sin herir a los demás. La amistad se convirtió en su mejor juego.

FIN.

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