Laura y el poder de los juegos
Había una vez una niña llamada Laura, a quien no le gustaba hacer sus deberes escolares. Siempre encontraba excusas para evitarlos y prefería pasar su tiempo jugando o viendo televisión.
Un día, la maestra de Laura, la señorita Ana, notó que muchas veces no entregaba sus tareas hechas. Preocupada por el futuro de Laura, decidió hablar con ella después de clase. "Laura, me preocupa que no estés haciendo tus deberes.
Es importante que los hagas para aprender y mejorar en tus estudios", dijo la señorita Ana con voz amable pero firme. Laura cruzó los brazos y frunció el ceño. "No me gusta hacer deberes. Son aburridos y me quitan tiempo para jugar", respondió con desgano.
La señorita Ana se sentó junto a Laura y le explicó pacientemente. "Entiendo que prefieras jugar, pero los deberes son necesarios para reforzar lo que aprendemos en clase.
Además, te ayudan a desarrollar habilidades importantes como la responsabilidad y la disciplina". Laura hizo un puchero. "Pero yo también tengo derechos ¡y uno de ellos es divertirme!". La señorita Ana sonrió comprensiva. "Tienes razón, Laura. Todos tenemos derecho a divertirnos, pero también tenemos responsabilidades que cumplir.
¿Qué tal si encontramos una manera de hacer tus deberes más interesantes?". Los ojos de Laura se iluminaron ligeramente ante esa propuesta. "¿Cómo podríamos hacer eso?", preguntó curiosa.
La señorita Ana tomó un papel y un lápiz y comenzó a dibujar. "Podemos convertir tus deberes en un juego. Por ejemplo, podemos hacer una competencia de matemáticas donde resolvamos problemas y quien los termine primero gana puntos". Laura se emocionó al escuchar la idea.
"¡Eso suena divertido! ¿Y qué pasa si gano muchos puntos?". La señorita Ana sonrió nuevamente. "Si ganas muchos puntos, podrías obtener premios como pegatinas o tiempo extra para jugar.
Pero recuerda que también debes cumplir con tus responsabilidades escolares". A partir de ese día, Laura comenzó a ver sus deberes de otra manera. Los transformaba en juegos y retos personales. Aprendió que cuando se esfuerza por alcanzar metas, los resultados son mucho más gratificantes.
Después de unas semanas, Laura notó cómo mejoraban sus calificaciones y cómo se sentía orgullosa de sí misma. Ya no veía los deberes como una carga aburrida sino como una oportunidad para crecer y aprender.
Un día, Laura le mostró a su mamá todas las tareas terminadas y las buenas notas que había obtenido. "Mamá, mira lo bien que estoy haciendo mis deberes ahora", exclamó emocionada. Su mamá la felicitó con alegría. "Estoy muy orgullosa de ti, hija.
Has demostrado que cuando te esfuerzas puedes lograr grandes cosas". Desde aquel momento, Laura entendió la importancia del equilibrio entre el juego y las responsabilidades.
Aprendió a valorar sus derechos pero también comprendió que tenía el deber de esforzarse en su educación. Y así fue como Laura dejó atrás su resistencia a hacer los deberes y se convirtió en una estudiante aplicada y feliz.
Aprendió que el esfuerzo y la dedicación son clave para alcanzar sus metas, sin dejar de lado su derecho a divertirse.
FIN.