Laura y la Casa de Doña Cúrcuma



Era un hermoso día soleado cuando Laura, una curiosa y valiente aventurera, decidió sembrar algunas flores en su jardín. Mientras trabajaba, se asomó por la ventana y, para su sorpresa, vio una casa mágica en medio del campo. Era pequeña, colorida y parecía cantar con el viento que movía los árboles.

"¡Qué rara!" -pensó Laura, llena de emoción"Tengo que acercarme a ver quién vive ahí. Debe ser Doña Cúrcuma, la famosa botanista de la que tanto he escuchado."

Con un titubeo, Laura salió al exterior. Al caminar hacia la casa, notó que los árboles parecían reírse y cuchichear entre ellos. "¿No será que está encantada?"-, se preguntó. Cuando llegó a la puerta, la encontró abierta, como si la invitara a entrar.

"¿Hola?" -llamó Laura con voz temblorosa.

"¡Bienvenida, aventurera!" -respondió una voz suave y acogedora.

Al entrar, Laura se encontró con Doña Cúrcuma, una anciana de cabello brillante como el sol y ojos llenos de sabiduría, rodeada de frascos de hierbas y plantas que llenaban el aire de un aroma fresco y dulce.

"Soy Doña Cúrcuma. He estado esperando tu visita. El viento me dijo que venías a aprender."- dijo la anciana, sonriendo.

Laura, emocionada, le preguntó: "¿Qué tipo de cosas enseñas aquí?"

"Enseño sobre plantas mágicas que pueden ayudar a las personas y a la naturaleza. Ven, quiero mostrarte algo especial."-

Doña Cúrcuma llevó a Laura al jardín, donde las flores brillaban en una diversidad de colores. El jardín era un mundo lleno de vida, donde cada planta tenía su historia.

"Estas flores, llamamos a algunas Lloronas, y a otras Danzarinas. Cada una tiene un poder especial. Las Lloronas ayudan a curar corazones tristes, y las Danzarinas alegran los días grises."-

Laura, fascinada, se acercó a las flores, "¿Puedo ayudar en algo?"-

Doña Cúrcuma sonrió de nuevo y dijo: "Claro, siempre hay algo que hacer. Ven, ayúdame a recolectar las hierbas."-

Así, juntas comenzaron a trabajar. Pero en medio de la recolección, un grupo de nubecitas oscuras comenzó a asomarse.

"¿Qué son esas nubes?"- preguntó Laura, un poco asustada.

"Esos son los Grises, vienen a robar la alegría de las plantas. Pero hoy tenemos un plan."- explicó Doña Cúrcuma con confianza.

"¿Cómo vamos a detenerlos?"- siguió Laura.

"Usaremos la magia de las plantas y tu valentía. Necesitamos que te subas en el árbol más alto y llames a los pájaros para que ayuden a ahuyentar a los Grises."-

Laura se sintió asustada, pero recordó su deseo de aventura y el poder de la amistad. "¡Lo haré!"-, respondió firmemente. Subió al árbol enorme y comenzó a cantar con todas sus fuerzas.

Los pájaros, atraídos por su voz, comenzaron a volar alrededor de Laura. Pronto, los Grises se sintieron intimidados y empezaron a desaparecer, llevándose consigo las nubes oscuras.

Cuando el último Grise se fue, Laura bajó del árbol sorprendida y feliz.

"¡Lo logramos!"- gritó con alegría.

"Así es, mi valiente amiga. Has aprendido que la unión y la valentía pueden vencer hasta a lo más oscuro."- Doña Cúrcuma la abrazó.

La anciana le dio a Laura una pequeña Llorona como recuerdo. "Cuida de ella y de sus poderes para hallar alegría en tu vida."-

Laura regresó a su hogar, llena de nuevas historias y un corazón rebosante de alegría. A partir de ese día, siempre que miraba la Llorona, recordaba que la verdadera aventura estaba en ayudar a los demás y cuidar del mundo.

Esa experiencia mágica la llevó a convertirse en una joven botánica, y cada primavera, plantaba flores y compartía su amor por la naturaleza con todos.

Y así, la casa de Doña Cúrcuma se convirtió en un símbolo de amistad y valentía para los aventureros como Laura.

Fin.

FIN.

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