Laura y la visita inesperada
Era un día soleado en el pequeño pueblo de San José. Laura, una niña curiosa de diez años, estaba en su casa jugando con sus bloques de construcción. Su mamá siempre le decía que usara su imaginación para crear cosas increíbles. Pero hoy, algo aún más emocionante iba a suceder.
Mientras Laura armaba un castillo, sonó el timbre de la puerta. Su mamá no estaba en casa, así que Laura fue a abrir.
"¡Hola! Soy Sofía, tu nueva vecina. Me mudé ayer" - dijo una niña de la misma edad, con un brillo de emoción en sus ojos.
Laura se quedó un momento en silencio, mirando a la nueva vecina. Nunca había tenido una amiga que recién se mudara. Después de unos segundos, sonrió y dijo:
"¡Hola, Sofía! Yo soy Laura. Vamos a jugar juntas."
Sofía asintió con la cabeza y ambas niñas se sentaron en el suelo, rodeadas de bloques. Mientras jugaban, Laura le fue mostrando cómo construir castillos y torres. Sin embargo, había algo misterioso en Sofía. Ella tenía ideas muy diferentes.
"¿Qué tal si construimos un puente en lugar de un castillo?" - sugirió Sofía.
"No sé... ¿un puente?" - respondió Laura, un poco dudosa.
"¡Sí! ¿Sabías que los puentes conectan lugares y personas? Podemos hacer uno que conecte nuestros mundos" - dijo Sofía con una sonrisa brillante.
Laura pensó un momento. La idea de un puente sonaba interesante. Así que decidió probar. Juntas comenzaron a construir un gran puente con los bloques, riendo y compartiendo ideas.
De repente, mientras construían, la torre que Laura había hecho se derrumbó por accidente. Se sintió frustrada y un poco triste.
"Esto es una locura. No puedo hacer nada bien" - se quejó Laura, sintiéndose decepcionada.
"No te preocupes, eso pasa a todos. A veces hay que romper para volver a construir. Yo también tengo mis momentos" - afirmó Sofía.
Laura miró a Sofía, admirando cómo tomaba lo malo y lo convertía en algo positivo. Entonces, tuvo una idea.
"¿Y si cada vez que rompemos algo, construimos algo diferente?" - propuso.
Sofía sonrió de nuevo.
"¡Me encanta! Cada error puede ser una oportunidad para algo nuevo. ¿Te parece que hagamos un concurso? Cada vez que se rompa algo, hacemos otra cosa divertida."
Ambas se llenaron de entusiasmo. Así, comenzaron a hacer torres inestables y raíces sorprendentemente locas, dejando que su imaginación volara libre.
Después de un rato, el suelo estaba cubierto de bloques. Resultó en una extraña ciudad de estructuras, pero a Laura no le importaba. En vez de sentir que habían fallado, se dio cuenta de que se habían divertido a lo grande.
"Sofía, ¡esto es genial! Nunca pensé que construir cosas nuevas pudiera ser tan divertido" - exclamó Laura.
"Y todo porque nos atrevimos a romper algunas cosas de vez en cuando" - respondió Sofía, guiñándole un ojo.
Al final del día, ambas se despidieron prometiendo volver a jugar al día siguiente. Laura aprendió que los errores no son el fin del mundo, sino más bien el comienzo de algo nuevo. Y lo más importante, había hecho una amiga especial.
A partir de ese momento, cada vez que escuchaba las piezas caer, sonreía y decía:
"¡Es hora de construir de nuevo!"
FIN.