Laura y sus Mamás Mágicas



En un pequeño y colorido barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Laura. A Laura le encantaba jugar, correr y reír con sus amigos. Pero había algo especial que la hacía única: ¡tenía dos mamás que siempre estaban listas para cuidarla y jugar con ella!

Un día, mientras jugaban en el parque, Laura les dijo a sus mamás: -¡Mamis! ¡Tengo una idea! ¡Vamos a construir una cabaña en el jardín! -

Sus mamás sonrieron y le respondieron al unísono:

-¡Qué idea más divertida, Laura! ¡Vamos a hacerlo! -

Laura, emocionada, corrió hacia el armario de herramientas. Juntas buscaron clavos, maderas, y algo de tela para hacer un techo colorido. Cada una tenía un trabajo, Laura sostenía las maderas mientras sus mamás las unían con clavos. Pronto, la cabaña estaba tomando forma.

Mientras trabajaban, Laura comenzó a pensar en lo que podrían hacer con la cabaña una vez que estuviera lista. Se le ocurrió algo emocionante:

-¡Podemos hacer una casa de cuentos! -dijo con una sonrisa radiante. -Invitemos a mis amigos y les contaremos historias mágicas. -

Sus mamás aplaudieron encantadas. -¡Qué idea maravillosa, Laura! -dijo una de ellas. -Tú siempre tienes las mejores ideas, ¿cómo podríamos no hacerlo? -

Así fue como decidieron tener una gran fiesta en la cabaña una vez que estuviera lista. Pasaron toda la tarde trabajando, riendo y compartiendo historias sobre los cuentos que querían contar. La noche llegó, y con ella, la sorpresa de ver su cabaña terminada y decorada con luces brillantes.

Finalmente llegó el día de la fiesta. Laura estaba nerviosa pero muy emocionada al ver a sus amigos llegar. -¡Hola, chicos! ¡Bienvenidos a la casa de cuentos! -les dijo entusiasta.

Los niños comenzaron a entrar, y cada uno se maravillaba con la decoración. Laura invitó a todos a sentarse en el suelo de la cabaña.

-¡Hoy vamos a contar historias sobre aventuras y dragones! -anunció, levantando una mano para atraer la atención. -Pero antes, vamos a hacer algo especial. ¿Quieren contar una historia juntos? -

Todos los niños gritaron emocionados que sí. Laura comenzó:

-Una vez había un dragón que vivía en una montaña lejana...-

Uno de los niños interrumpió:

-¡Y le gustaba coleccionar flores! -

-¡Sí! -gritó otro. -Y un día decidió bajar a la aldea a buscar amigos. -

Y así, entre risas y creatividad, los niños contaron la historia más divertida que jamás habían hecho. La noche continuó llena de cuentos e imaginación.

Sin embargo, en medio de la alegría, un niño llamado Tomás, que siempre era tímido, se quedó un poco apartado. Laura, al notarlo, se acercó a él y le preguntó:

-¿Te gustaría contar una historia también? -

Tomás sacudió la cabeza, pero Laura insistió:

-Podemos inventar una juntos. No necesitas estar solo. -

Luego de un rato, Tomás, emocionado, empezó a contar una pequeña historia de un unicornio que ayudaba a otros animales. A medida que hablaba, se sentía más seguro y el brillo en sus ojos creció.

Cuando terminó, todos aplaudieron. -¡Esa fue la mejor historia! -dijo uno de los niños. -

Laura sonrió y dijo:

-¿Ves, Tomás? ¡Todos disfrutamos de tus historias! -

La fiesta seguía llenándose de risas, cuentos y el calor de la amistad. Al finalizar, Laura miró a sus mamás y dijo:

-Gracias por ser las mejores mamás del mundo. Sin ustedes, no podría hacer todo esto. -

Sus mamás la abrazaron con ternura:

-Estamos orgullosas de ti, Laura. Eres valiente y creativa. Siempre has tenido un corazón grande. -

Laura se sintió feliz y comprendió que tener dos mamás significaba tener el doble de amor y apoyo. Luego prometió que seguirían haciendo muchas más aventuras juntos. Y así, la cabaña de cuentos se convirtió en un lugar mágico donde todos los días podían contar historias y crear nuevas aventuras.

De esa manera, Laura aprendió que lo más importante de todo era compartir, ser inclusivo, y que las diferencias hacían que cada historia y cada vida fuera única y especial. Y entonces, cada vez que jugaban, la risa de Laura resonaba por todo el barrio, recordando que la diversidad viene en muchas formas, pero el amor siempre es lo que une a todos. La historia de Laura y sus mamás mágicas siguió resonando en el corazón de todos, una lección sobre la importancia del amor, la creatividad y la alegría de compartir.

Al final, todos se fueron a casa con el deseo de contar más historias y hacer el mundo un lugar mejor, uno donde todos tuvieran un lugar especial.

FIN.

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