Laynes y la Ciudadela de Kuelap



Era un día soleado y caluroso cuando Laynes llegó a la hermosa catarata de Gocta con su familia. Con su espíritu curioso y aventurero, Laynes decidió que quería ver qué había detrás de la imponente cortina de agua. "¿Cómo será atrás de la catarata?", se preguntaba mientras se acercaba. De repente, notó una extraña luz que emanaba de una roca. Sin pensarlo dos veces, Laynes tocó la roca y, en un instante, todo dio vueltas a su alrededor.

Cuando la luz se desvaneció, Laynes se encontró en un lugar completamente diferente. Frente a él había inmensas paredes de piedra cubiertas de enredaderas. "¿Dónde estoy?", se dijo asombrado, mientras miraba a su alrededor.

"¡Bienvenido a Kuelap!", exclamó una niña que apareció de repente. "Soy Inti, y aquí estamos en problemas. Las tierras de los Chakras están siendo atormentadas por criaturas que han salido de las montañas. Necesitamos ayuda."

Laynes, emocionado por sentirse parte de una aventura, le respondió: "¡Yo puedo ayudar!". Inti lo miró con escepticismo. "Pero no sabes ni siquiera cómo combatir miedos...".

"Pero tengo ideas y la curiosidad para averiguar más", insistió Laynes.

Y así empezó su travesía. Laynes y Inti fueron a la reunión del pueblo donde la gente hablaba con preocupación sobre las criaturas. "¡Hay que hacer algo!", gritaba un anciano. "Mañana, al amanecer, iré a enfrentarles. Pero necesitamos un plan."

Laynes, con sus pequeñas manos levantadas, pidió la palabra. "¿Por qué no usamos un poco de ingenio? Quizás podamos atraer a las criaturas lejos de la ciudad. Usen un sonido que les llame la atención, o algo brillante que puedan seguir..."

Todos se miraron, sorprendidos de que un niño tuviera una idea tan ingeniosa. "Eso podría funcionar", dijo Inti, con una sonrisa renovada. Así que juntos, empezaron a trabajar en su plan.

Con la ayuda de los habitantes de Kuelap, Laynes y Inti crearon un gran ruido con instrumentos de la cultura local, y pusieron luces que brillaban con el sol para atraer a las criaturas. Al amanecer, todo estaba listo.

Las criaturas comenzaron a aparecer, curiosas por los ruidos y las luces. "Ahora, ¡a llevarlas hacia las montañas!", gritó Laynes entusiasmado. Todos corrieron detrás de las criaturas, siguiendo su plan. Laynes lideraba con valentía, mientras los habitantes lo seguían, alentados por su energía.

Finalmente, lograron llevar a las criaturas lejos de la ciudadela. La gente de Kuelap comenzó a aplaudir y a celebrar. "¡Lo logramos!", gritó Inti. "Gracias a ti, Laynes. Nos salvaste."

Laynes sonrió, pero también sintió una punzada de nostalgia. Sabía que su aventura pronto terminaría. Fue entonces cuando volvió a tocar la roca que lo había traído a Kuelap. "Tengo que volver a casa, pero siempre recordaré este día".

Con un giro luminoso, Laynes se encontró nuevamente detrás de la catarata de Gocta. Su familia lo buscaba preocupado. "¿Dónde estabas?", le preguntó su mamá. "Explorando una ciudad antigua", contestó Laynes con una sonrisa. Volvió a mirar la catarata, pero en su corazón sabía que las verdaderas aventuras siempre comienzan con un poco de curiosidad y valentía.

FIN.

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