Lea, la bailarina de ballet



En un iceberg del Polo Sur vivía Lea, un simpático pinguino que soñaba con ser bailarina de ballet. Desde pequeña, Lea había admirado a las elegantes aves blancas que danzaban en el hielo y soñaba con unirse a ellas. Pero, en la colonia de pingüinos, todos sabían que eso era imposible. Los pingüinos no bailaban ballet, se les decía.

Pero Lea no se rindió. Observaba las gráciles figuras de las aves bailarinas, practicaba por su cuenta y con paciencia y esfuerzo, poco a poco comenzó a imitar sus movimientos. Sin embargo, cada vez que lo intentaba, sus compañeros de la colonia se burlaban de ella, diciéndole que estaba perdiendo el tiempo.

Un día, Lea se acercó a la orilla del iceberg, y justo en ese momento pasó por allí un grupo de focas. Ellas la observaron con curiosidad y le preguntaron: “¿Por qué te esfuerzas tanto en algo que va en contra de las costumbres de tu especie? ”. Lea les respondió con una mirada determinada: “Porque es mi sueño, y no voy a rendirme hasta lograrlo”.

Impresionadas por la determinación de Lea, las focas le contaron sobre una lejana isla en la que vivía un viejo lobo marino que, según se rumoreaba, había sido bailarín de ballet en sus años más jóvenes. Sin dudarlo, Lea se despidió de las amigables focas y emprendió un viaje hacia la isla.

Al llegar, Lea encontró al lobo marino, quien al principio dudó de sus habilidades, pero al ver la pasión y perseverancia de Lea, accedió a enseñarle todos los secretos del ballet. Día tras día, Lea practicaba con esfuerzo, enfrentando los desafíos con valentía y determinación.

Finalmente, tras meses de duro entrenamiento, llegó el gran día. La colonia de pingüinos y las focas se reunieron en la playa para presenciar el debut de Lea. Con una elegancia y gracia asombrosas, Lea dio inicio a su actuación. Los pingüinos, al principio escépticos, quedaron boquiabiertos al verla bailar con tanta destreza.

Al finalizar su presentación, la colonia estalló en aplausos. Lea había demostrado que con esfuerzo y perseverancia, cualquier sueño es alcanzable, sin importar lo imposible que parezca. A partir de ese día, Lea se convirtió en la primera pinguina bailarina de ballet, y su historia inspiró a muchos otros a atreverse a perseguir sus propios sueños, sin importar las dificultades que se interpongan en su camino.

FIN.

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