Leah y la Aventura de los Sentimientos



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Almaviva. Leah, una niña de 8 años, se despertó con una energía desbordante. No era un día cualquiera, sino su cumpleaños, y solo podía pensar en la piñata de colores que su mamá había prometido. Pero había algo que la mantenía inquieta: a veces, esa energía la llevaba a comportamientos desafiantes, y no siempre era la feliz protagonista que todos esperaban.

Así que, mientras saltaba de la cama, su mamá, la señora Isabel, entró al cuarto con una sonrisa y un gran abrazo.

- “¡Feliz cumpleaños, Leah! ¿Lista para un día lleno de sorpresas? ”

- “¡Sí! ”, exclamó Leah, ignorando los juguetes desordenados por toda la habitación.

El día comenzó bien, pero luego llegaron sus amigos, y la emoción se desbordó. En medio del juego, Leah se sintió frustrada cuando no le pasaban la pelota.

- “¡Esto es injusto! ¡No quiero jugar más! ”, gritó, tirando la pelota lejos.

Sus amigos, Tomás y Sofía, se miraron entre sí, confundidos. La sonrisa de la fiesta se desvaneció. Isabel, al ver la situación, decidió intervenir.

- “Leah, hija, podemos cambiar esto. ¿Qué te parece si hacemos un juego nuevo en el que todos participen? ”

- “¡No! Quiero jugar a mi manera y punto”, contestó Leah.

Isabel respiró hondo. Ella sabía que estaba en un momento crucial para ayudar a su hija a canalizar sus emociones.

Entonces, mamá llevó a Leah a un rincón tranquilo del jardín, apartado de la bulla.

- “A veces, las cosas no salen como queremos, y eso puede hacernos sentir frustrados. Pero podemos aprender a manejar esos sentimientos.”

- “¿Cómo? ” preguntó Leah, con curiosidad a pesar de su enojo.

- “Vamos a probar algo. ¿Puedes inventar una historia sobre un dragón que se enoja porque sus amigos no le prestan atención? ”

Leah, sorprendida, comenzó a relatar la historia de un dragón llamado Rayo. Cada vez que se enojaba, su fuego se hacía más intenso, pero pronto se daba cuenta de que podía crear una lluvia de colores en vez de fuego para expresar su frustración.

- “Entonces, Rayo decide ser amigo y no enojarse, y todos lo celebran”, concluyó Leah, sintiéndose un poco más alegre.

- “¡Exactamente! ”, sonrió su mamá. “Podés ser como Rayo. Cuando sientas que el fuego del enojo crece, intenta crear algo bello en su lugar.”

Leah pensó que podría ser divertido si lograba controlar su fuego interno, así que decidió intentarlo durante la fiesta. En lugar de dejarse llevar por la frustración, cuando notó que un amigo no le prestaba atención, se acercó y dijo:

- “¡Oigan, juguemos juntos! ”

Los amigos, al escucharla, se entusiasmaron.

- “¡Sí! Podemos hacer grupos para el siguiente juego”, sugirió Sofía.

Así, las risas regresaron a la fiesta. La tarde avanzó llena de juegos, torta y mucha diversión.

Pero, cuando los amigos se fueron, Leah se sintió un poco decepcionada. Ella realmente estaba comenzando a entender la importancia de expresar sus emociones, pero todavía había momentos en que se sentía fuera de control. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, le preguntó a su mamá:

- “¿Y si me siento enojada de nuevo y no puedo manejarlo como Rayo? ”

Isabel se sentó al borde de la cama y sonrió.

- “Leah, todos tenemos días difíciles. La clave es reconocer esos sentimientos y recordar que siempre hay un camino mejor. A veces es tan simple como hablar. ¿Quieres que practiquemos algunos escenarios? ”

Leah asintió, y juntas simularon situaciones desafiantes.

Con el tiempo, Leah empezó a ver que en lugar de perder el control, podía hablar sobre sus sentimientos, y eso resultó ser una poderosa herramienta.

Finalmente, pasó mucho tiempo desde su cumpleaños y Leah estaba desempeñándose mejor en la escuela y en casa. Un día, su profesora, la señorita Clara, la seleccionó para presentar un mural sobre la importancia de expresar los sentimientos.

- “Leah, ¿te gustaría dibujar a Rayo en el mural? ”, le preguntó la señorita Clara.

- “¡Claro! Quiero que todos sepan que los dragones también pueden aprender a ser amigos”, respondió Leah, llena de emoción.

La presentación del mural fue todo un éxito.

- “¡Muy bien, Leah! Has demostrado que ser valiente a veces significa ser amable con uno mismo y los demás”, la elogió la señorita Clara.

Desde entonces, Leah se volvió una defensora del respeto a los sentimientos, ayudando a otros a entender que todos podemos sentirnos desafiados, pero siempre hay formas de canalizar esas emociones.

Y así, con cada desafío que enfrentaba, recordaba a Rayo y su peculiar manera de transformar el fuego en color. Como un dragón amistoso en el mundo de Almaviva, Leah contaba su historia a todos los que quisiera escuchar, siempre aliviando el fuego de sus emociones con colores en lugar de humo.

Y vivieron felices, aprendiendo juntos, siempre abriendo caminos hacia la comprensión y el respeto.

FIN.

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