Leandro y el Gran Festival de la Diversión



En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivía un niño llamado Leandro. A pesar de que no podía caminar porque sus piernas eran diferentes, siempre llevaba una gran sonrisa en su rostro. Sus amigos lo querían mucho y juntos hacían todo tipo de actividades divertidas.

Un día, mientras jugaban en el parque, sus amigos se emocionaron al escuchar un anuncio.

"¡Chicos, escucharon? Este fin de semana habrá un Gran Festival de la Diversión en la plaza!" - gritó Sofía, agitando los brazos.

"Sí, habrá juegos, comida y una competencia de talentos" - agregó Tomás, saltando de alegría.

Leandro, siempre entusiasta, se sonrió y dijo:

"¡Qué divertido! ¡Tengo que participar!"

"Pero, Leandro... no podés correr como nosotros" - respondió Tomás con un poco de preocupación.

"No importa. Hay muchas maneras de divertirse y participar. ¡Tengo una idea!" - dijo Leandro, emocionado.

Esa tarde, mientras el sol se ocultaba, Leandro comenzó a preparar su número para el festival. Su idea era hacer un show de magia. Todos quedaron sorprendidos cuando les contó su plan.

"¡No sabía que ibas a hacer magia!" - exclamó Sofía.

"¿Puedo ser tu asistente?" - preguntó Tomás con grandes ojos.

"Por supuesto, ¡serás el mejor asistente del mundo!" - respondió Leandro.

Los días pasaron y el gran festival llegó. El parque estaba lleno de colores, música y risas. Leandro se acomodó en su lugar mientras esperaba su turno. Su corazón latía con emoción.

"Leandro, ¡es tu momento!" - dijo Sofía mientras lo animaba.

"¡Vamos, Leandro!" - gritó Tomás desde el público.

Con un gran suspiro, Leandro se presentó ante todos.

"¡Hola a todos! Soy Leandro y hoy les mostraré algunos trucos de magia mágicos!" - dijo con voz firme.

Al principio, sus manos temblaban un poco, pero pronto fue ganando confianza. Hizo aparecer pañuelos de colores y logró hacer un truco en el que hizo que su sombrero pareciera llenarse de caramelos. El público aplaudía entusiasmado.

Pero, de repente, algo raro ocurrió. Mientras hacía su gran truco, un pequeño gato negro saltó al escenario y comenzó a jugar con el sombrero. Todos soltaron risas, incluso Leandro, quien no supo cómo reaccionar.

"¡El gato es parte del espectáculo!" - dijo riendo, mientras trataba de recuperar el control de la situación.

Cuando el gato finalmente se fue, Leandro continuó y terminó su show con una explosión de confeti.

"¡Gracias por ser un gran público!" - gritó con alegría, mientras sus amigos lo vitoreaban.

Al final del día, un jurado eligió al ganador de la competencia de talentos. Cuando anunciaron el nombre de Leandro, todos gritaron con alegría.

"¡Lo hiciste, amigo! ¡Sos el mejor!" - exclamó Sofía, mientras abrazaba a Leandro.

"Pero no gané por ser el mejor mago, gané porque me divertí y pasé un momento increíble!" - comentó Leandro, con una sonrisa de oreja a oreja.

Desde ese día, Leandro aprendió que la felicidad no depende de lo que podemos o no podemos hacer, sino de cómo vivimos cada momento. Y sus amigos lo comprendieron también, aprendiendo a disfrutar de la vida a su lado. Así, todos juntos, descubrieron que había mil formas de diversión, y el amor y la amistad siempre ganarían en cualquier festival.

Y así, en el pueblo de Alegría, Leandro se convirtió en un pequeño gran mago, no solo por sus trucos, sino por su mágico espíritu que inspiraba a todos a ser felices tal como son.

FIN.

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