Lección de Perseverancia
En la antigua Olimpia, entre el bullicio de los juegos y la alegría de la competencia, había dos jóvenes muy diferentes. Apliros era conocido en todo el pueblo por su perezosa actitud. Prefería dormir la siesta bajo la sombra de un olivo a hacer cualquier esfuerzo. Por otro lado, Aglaia era una joven llena de energía y metas. Soñaba con participar en los Juegos Olímpicos y ganar la medalla de oro.
Un día, mientras Apliros se recostaba, Aglaia pasaba corriendo, preparándose para una carrera de velocidad.
- “¡Apliros! ¡Unete a mí! Vamos a entrenar juntos para los juegos! ” - le gritó Aglaia con entusiasmo.
- “¿Entrenar? ¡Eso suena agotador! Prefiero quedarme aquí y disfrutar del sol.” - respondió Apliros, medio dormido.
Unos días después, Aglaia, decidida a no rendirse, decidió hacer un cartel y colocarlo en el pueblo.
- “¡Todos a la carrera de entrenamiento! ¡Demostrémosle a Apliros que se puede ser mejor! ” - decía el cartel.
Apliros, intrigado por ver qué pasaba, se asomó desde su sombra. Un grupo de niños comenzó a unirse a Aglaia. Ellos se reían y disfrutaban del ejercicio.
- “¡Mirá, Apliros! ¡Es divertido! ” - le decía uno de los niños.
- “Divertido, eh… Más bien es un poco… agotador.” - respondió Apliros, pero algo dentro de él comenzó a inquietarse.
Aglaia notó la mirada ausente de su amigo y se acercó a él luego de la práctica.
- “Apliros, ¿por qué no te animás a intentarlo? Podrías ser rápido como el viento si te lo proponés.”
- “No sé, Aglaia. Siempre he sido un poco torpe cuando se trata de correr.” - Apliros se encogía de hombros.
- “Son solo excusas. Te prometo que, si trabajás un poco cada día, vas a ver cambios.” - Aglaia insistió, esperanzada.
Apliros, después de escucharla, decidió darle una oportunidad. La primera vez que salió a correr, fue un total desastre. Tropezó, se cayó y se llenó de tierra.
- “¡Lo sabía! Esto no es para mí.” - exclamó, desanimado.
Aglaia lo ayudó a levantarse y le sonrió:
- “Calma, Apliros. No se trata de ser perfecto desde el principio. La perseverancia es lo que te hará mejorar. ¡Vamos de nuevo! ”
Con cada nuevo intento, Apliros empezaba a correr un poco más. Al principio era solo una vuelta al campo, pero pronto logró hacer tres. Era un lento proceso, pero se sentía feliz al ver sus progresos.
Sin embargo, un día, una tormenta se desató en Olimpia, cancelando todos los entrenamientos y juegos fuera. Apliros se sentó en su casa, abatido, mientras Aglaia seguía con su motivación a pesar de las adversidades.
- “¡No puedo creerlo! Todo por lo que trabajé, ¡se ha perdido! ” - se quejaba Apliros.
- “No te desanimes, Apliros. Los grandes atletas han pasado por desafíos también. Este es solo un pequeño obstáculo.” - le dijo Aglaia, mientras hacía ejercicios dentro de su casa.
Al pasar las semanas, la tormenta finalmente pasó, y los entrenamientos se reanudaron. Apliros recordó las palabras de Aglaia y decidió seguir esforzándose.
Finalmente, llegó el día de la gran carrera olímpica.
- “Hoy es el día, Apliros. ¡Lo diste todo para llegar aquí! ” - le dice Aglaia al verle ansioso.
- “No sé si puedo, Aglaia. Estoy nervioso.” - admitió él, con la mirada un poco perdida.
- “Recordá todo el esfuerzo que hiciste. No se trata solo de ganar, sino de haber aprendido a levantarte cada vez que caías.” - le aconsejó Aglaia.
En la carrera, Apliros comenzó lento, pero no se rindió. Cuando se sintió cansado, recordó las palabras de Aglaia y siguió corriendo. Al final, cruzó la meta no en primer lugar, pero con una sonrisa.
- “¡Lo logré! ¡Lo logré! ” - gritó, lleno de alegría.
Aglaia lo abrazó:
- “Sí, lo hiciste! Lo más importante es que aprendiste lo que significa ser perseverante.”
Así, Apliros comprendió que la verdadera victoria radicaba en no rendirse, y que la perseverancia siempre vence a la pereza. Desde entonces, Apliros se convirtió en un ejemplo para todos en Olimpia, y junto a Aglaia, descubrieron que juntos podían lograr grandes cosas.
Esa fue la lección más grande que aprendieron, y los dos amigos se destacaron cada uno en sus propios estilos de vida, pero siendo siempre un gran apoyo el uno para el otro.
FIN.